Hanan al-Hroub: «Los niños palestinos viven a diario experiencias muy duras»
¿Qué ocurrió el día que su marido fue herido, y cómo afectó a su familia?
Mientras mi marido volvía a casa con los niños y con mi cuñada, que es maestra en su colegio, soldados israelíes dispararon contra su coche. Mi marido fue herido. Al llegar mis niños a casa –su padre estaba ingresado– empezaron a sufrir ansiedad y falta de concentración. Con el paso de los días se volvieron muy violentos entre ellos, empezaron a rechazar ir al colegio y sus notas bajaron. Me dirigí a la dirección del colegio para que trataran el problema, y me sorprendió que no tuvieran medios para estos casos. Acudí a psicólogos y especialistas, pero sin resultado. Por eso decidí solucionarlo yo en el seno de la familia. Me documenté y pregunté a especialistas, y a través del cariño, de juegos creativos y de la ayuda de otros niños normales empecé a notar cierta mejora.
¿Qué paralelismo tiene esta experiencia con la de sus alumnos?
A las clases suelen llegar a diario niños afectados por la violencia y la ocupación [israelí]. Esto se refleja en su actitud: muestran más violencia y comportamientos inadecuados, pierden el interés y la concentración, se vuelven pasivos; y lo peor de todo es que no tienen ilusión. Todo esto dificulta nuestra tarea como maestros.
Cuando matan al familiar de un niño, detienen al padre o al hermano, o cuando un niño es detenido por las fuerzas de ocupación y a veces torturado, son experiencias duras y crueles, pero lamentablemente ocurren a diario en Palestina.
¿Cómo educa a los niños en el rechazo a la violencia en este contexto?
Les doy respeto, cariño e interés. Intentamos proporcionarles una educación sin violencia y divertida, acorde a sus edades. Nuestro objetivo es dotarles de valores humanos que puedan cambiar el rumbo de sus vidas y hacerles pensar en un futuro mejor.
¿Por qué es tan importante el juego, como recalcó el Papa en su videomensaje?
Los niños tienen un potencial enorme, y una energía inagotable. Canalizarla no es fácil, sobre todo cuando no viven una infancia como el resto de niños del mundo. Nuestro objetivo es que vivan una infancia segura, alegre y divertida. Les ofrecemos un ambiente atractivo y cálido, y hacemos que consideren el colegio su segunda casa: les transmitimos que somos una misma familia, nos queremos, nos ayudamos y deseamos el bien para todos. Así podemos educarlos y enseñarles cómo tratar a los demás, y vamos esculpiendo su personalidad.
Su Santidad el Papa es consciente de la importancia de la seguridad y el juego. Todos los niños tienen derecho a vivir una vida en paz y ser felices, y el juego y la diversión forman parte de la infancia de todo niño y afectan en gran medida a su personalidad.