Los jesuitas rememoran el asesinato de Carrero - Alfa y Omega

Los jesuitas rememoran el asesinato de Carrero

La comunidad sobre la que cayó el coche del presidente del Gobierno dejó por escrito los recuerdos de aquel día, del que se cumplen 50 años

José Calderero de Aldecoa
ETA excavó un túnel por debajo de la calle y colocó 80 kilos de explosivos
ETA excavó un túnel por debajo de la calle y colocó 80 kilos de explosivos. Foto: AfP / Europa Press.

Hace ahora 50 años, el 20 de diciembre de 1973, el jesuita Millán Arroyo se dirigía a la comunidad religiosa situada en la madrileña calle Maldonado cuando una fuerte explosión sacudió el barrio de Salamanca por completo. ETA acababa de hacer saltar por los aires —literalmente— el coche en el que viajaba el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco. Arroyo, al que todavía le quedaban unos minutos para llegar a la zona, pensó en un primer momento que «había estallado la caldera del edificio», una «maquinaria enorme» que alimentaba la calefacción de la casa de los jesuitas y de la iglesia aneja. Nada más lejos de la realidad. Una vez consiguió aparcar su coche, se acercó a la puerta y pudo ver el enorme socavón que dejó en el asfalto la bomba colocada por la banda terrorista.

Dentro de la casa, sus compañeros —todos ya fallecidos— estaban desayunando y «uno me contó que le había caído un cristal o cascote en su misma taza», rememora para Alfa y Omega Arroyo, a quien el atentado le afectó de forma personal. El jesuita había celebrado la Eucaristía en más de una ocasión en presencia de Carrero Blanco, que se situaba siempre en primera fila. «Era muy religioso. Venía con su esposa. Entraban por el claustro y 20 minutos antes de la Misa solían rezar el rosario». Incluso en alguna ocasión Arroyo, que además de sacerdote era doctor en Educación, intercedió ante el presidente del Gobierno para que los profesores universitarios no numerarios pudieran tener garantizada la seguridad social. «Le di las reclamaciones de mis compañeros un día, antes de Misa. Él agradeció el gesto y no volví a tener noticias del asunto, pero lo cierto es que todas nuestras peticiones se hicieron realidad un año después», asegura.

«Un coche en la azotea»

El atentado no solo se quedó grabado en la prodigiosa memoria de este religioso nonagenario, que nació en enero de 1930 y que hoy vive en Zaragoza. El suceso también quedó recogido en la historia domus, una especie de diario que escribe cada comunidad jesuita. En él se van narrado las anécdotas de la jornada, las visitas, encuentros o vivencias para que no caigan en el olvido. La página correspondiente al 20 de diciembre, tras una breve alusión al tiempo, comienza así: «Se produce una fuerte explosión en la casa que la conmueve toda ella. Son las 9:28 h. de la mañana». Inmediatamente después, «aparece un coche destrozado en la azotea del piso segundo que resulta ser del presidente del Gobierno». El vehículo acabó allí tras volar más de 30 metros.

Según lo escrito, fue el hermano ministro el que llamó al 091. Él mismo, poco después, subió «a la azotea a ver lo sucedido», «acompañado por un guardia y por un policía secreto de la escolta del presidente». El texto también revela que fue «el padre Jiménez Berzal» —y no Gómez Acebo, como informaron en su momento los medios— quien acudió «a dar la absolución a los cadáveres que asoman por la portezuela delantera derecha. Son el presidente», Carrero Blanco; «un policía de escolta», Juan Antonio Bueno Fernández; «y el conductor», José Luis Pérez Mogena.

Tras el suceso, la comunidad quedó toda la jornada bajo custodia de la Policía. No fue hasta «última hora de la tarde» cuando «se da con la causa de la explosión». El improvisado escriba lo relata de la siguiente forma: «Es una mina construida desde el sótano del 104 de Claudio Coello y que se hizo estallar desde la esquina de Diego de León por unos cables que aún se ven». 80 kilos de goma-2, que dejó «daños considerables en tejados, cornisas y ventanas» y al vehículo del presidente empotrado en la terraza en la que habitualmente jugaban los niños del Colegio Escolanía Mater Amabilis. «Gracias a Dios, ese día tenían vacaciones», concluye Millán.

Historia domus
El texto en el que los jesuitas relatan el atentado

«Son las 9:28 h. de la mañana. Tras la explosión aparece un coche destrozado en la azotea del piso segundo que resulta ser del presidente del Gobierno».

«Los daños en la casa profesa son considerables en tejados, cornisas, cristales, ventanas y azotea. Aparecen un mono, una porra y una pistola en el tejado».