Los fantasmas de la dictadura de Marcos vuelven a Filipinas - Alfa y Omega

Los fantasmas de la dictadura de Marcos vuelven a Filipinas

La movilización social y de la Iglesia contra Ferdinand Bongbong Marcos, hijo del dictador, no ha impedido que lograra una aplastante mayoría. Se teme un recrudecimiento de la represión reciente

María Martínez López
Partidarios de Marcos celebran los datos preliminares sobre su victoria en Mandaluyong, el martes. Foto: Reuters / Willy Kurniawan.

No hubo sorpresas. Casi con los mismos porcentajes de las encuestas, al cierre de esta edición Ferdinand Bongbong Marcos, hijo del dictador Ferdinand Marcos, parece el claro ganador de las elecciones en Filipinas. «Es un triunfo histórico», reconoce a Alfa y Omega Joe Torres, redactor jefe de la publicación católica Licas. Por primera vez desde el final de la dictadura de su padre, en 1986, un candidato logra la mayoría absoluta (casi el 60 % de votos). Sara Duterte, hija del hasta ahora presidente, supera esa cifra como candidata a vicepresidenta.

Filipinas
Población:

109,6 millones

Religión:

Católicos, 79,5 %; protestantes, 6,1 %, y musulmanes, 6 %

Pobreza:

23,7 % de la población

«Aunque haya protestas» por fallos técnicos, «creo que la victoria de Marcos es real», valora el periodista. Si no se demuestra lo contrario, «las anomalías fueron menores», y las elecciones «se desarrollaron mejor» que en otras ocasiones. Queda por conocer el recuento paralelo de los Consejos Pastorales Parroquiales para el Voto Responsable (PPCRV), una inmensa red católica que en cada elección moviliza a cientos de miles de voluntarios para promover la reflexión antes de las elecciones y actuar como observadores autorizados en los comicios. Torres tampoco espera sorpresas de las decisiones que la Comisión Electoral y el Tribunal Supremo deben tomar sobre varios recursos que pedían anular la candidatura de Marcos.

El resultado es fruto de la suma de fuerzas de Marcos y Duterte. En 2016, este último aglutinó el descontento social prometiendo una «nueva política». Los partidarios del exdictador Marcos «vieron en él una oportunidad», explica Marcelino Antonio Maralit, presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social. Le prestaron «una apoyo muy grande» para llegar al poder, con la esperanza de aprovechar su impulso al concluir el único mandato que se permite en el país. Ese año, Bongbong Marcos se presentó a la vicepresidencia, y una derrota por la mínima le dio esperanzas para iniciar seis años de campaña.

«Los ataques de Duterte contra la Iglesia eran parte de su estrategia. Era el primer enemigo del que deshacerse»
Marcelino Maralit
Obispo de Boac

Una de las claves de su éxito ha sido el esfuerzo «sistemático» de revisión histórica de los seguidores de los Marcos desde 2013, apunta el también obispo de Boac. Además, de los 67 millones de electores, 40 no habían nacido en la dictadura. «No son conscientes de las violaciones de los derechos humanos», lamenta Torres. Hasta la consideran «una época dorada», abunda Maralit. A ello se suma una feroz campaña de desinformación en redes sociales contra Leni Robredo, vicepresidenta a la que Duterte «dejó de lado» y ahora candidata a la presidencia. Y el «gran impulso que ha sido aliarse con Sara Duterte», pues su padre «todavía tiene muchos apoyos entre los clanes políticos» y las élites.

«Mataron a muchos pobres»

De poco ha servido la amplia movilización social de voluntarios contra Marcos y Duterte, en la que algunos veían una reedición de la revolución pacífica que en 1986 acabó con la dictadura. Tampoco que la Iglesia se implicara como nunca en la campaña con charlas, vigilias de oración y colaborando en campañas contra la desinformación como #FactsFirstPH, junto a la premio Nobel de la Paz Maria Ressa y su publicación, Rappler. Varios obispos y más de 1.200 sacerdotes incluso pidieron abiertamente el voto para Robredo con el apoyo implícito de la conferencia episcopal. En otra ocasión, les habría merecido un toque de atención, explica Maralit. Esta vez, «se les ha dado libertad, siempre que no fuera desde el púlpito».

«Es un fracaso del sistema educativo y de la Iglesia. Debería revisar por qué los fieles no la escuchan»
Joe Torres
Periodista

El martes noche, hora de Filipinas, la Iglesia aún no había hecho declaraciones públicas sobre el resultado. Pero «va a permanecer muy vigilante», aseguraba a este semanario Maralit. Ahora se abre para el país «una caja de serpientes». Teme que «se haga sufrir más a los pobres», a quienes Marcos no ha dedicado ni una propuesta. El otro gran peligro es que aumente la represión iniciada con Duterte. En los primeros años de su mandato, el gran protagonismo lo tuvo la «guerra contra las drogas», una oleada de ejecuciones extrajudiciales de al menos 6.000 personas, según la Policía, y hasta 30.000 según entidades defensoras de los derechos humanos: adictos que trapicheaban, o inocentes. «Parece que no cambió nada, salvo que mataron a muchos pobres. No detuvieron a ningún gran traficante», asegura Torres.

A ello se suman una «política exterior favorable a China» y varios intentos fallidos de reformar la Constitución, enumera el periodista católico. Y la ley antiterrorista. Con medidas como la prolongación del tiempo de detención sin presentar cargos, «se intensificó el “etiquetado en rojo”». Así se llama en el país a la acusación de comunismo contra cualquier persona incómoda. La nueva ley «se convirtió en un instrumento del Estado para acosar a los críticos, sobre todo a los que trabajan en los sectores marginados». Incluidos líderes cristianos, tanto católicos como protestantes, y «especialmente misioneros en zonas rurales», donde según diversas entidades se produjeron «repugnantes abusos». Estas acusaciones también se han usado para justificar el acoso, las amenazas y hasta el asesinato.