Los divinos: divertidísima recreación musical pone en pie al Español - Alfa y Omega

Cinco músicos, convertidos en actores por vocación —Ara Malikian (violín, autor de la banda sonora de la oscarizada Hable con ella, filme de Pedro Almodóvar), José Manuel Zapata, tenor; Juan Francisco Padilla, guitarra; Inma Almendros, violín y Jorge Fournadjiev, violoncelo, dirigidos por la literata, intérprete, bailarina, dramaturga y directora de escena Marisol Rozo— logran un espectáculo único al sumar, a partir de dos violines, una guitarra española y un violoncelo, un amor por la música más allá del clasicismo natural que podría desprenderse de esta combinación tan polifórmica, y a su vez armónica, como risible desde su arranque.

Los divinos es la historia de cinco músicos clásicos, hermanos, talentosos y peculiares, hijos de la gran diva del canto lírico. A raíz de un incidente al nacer el último de los hermanos, Ludovico —cuya historia va narrando uno de los músicos— la vida de Los divinos cambia: se ven envueltos en situaciones disparatadas, a veces sin sentido aparente. Se trata, pues, de una obra músico-teatral, rica en sus sinfonías y juegos escénicos, tan admirables unos como estrafalarios o sorprendentes otros, en la que entra en juego el surrealismo, los sueños, la locura, las travesuras y todo lo que ustedes quieran, además de la genialidad de sus componentes.

Es obvio que el repertorio operístico y musical ha sido seleccionado con esmero para el disfrute absoluto del público sin importar la edad. Tchaikovsky, Verdi, Mascagni, Dvorak, Di Capua, Paganini, Albéniz, o Saint-Saens, son algunas de las referencias musicales en las que se apoyan Los divinos; la prueba irrefutable de que la música clásica —más bien la ópera— resulte algo apto sólo para los especialistas, sin embargo, Los divinos se han encargado de desmitificar el asunto de manera muy inteligente, dado que el conjunto parodia muchas de las actitudes que pueden generarse entre los críticos de clásica o entre cantantes de ópera, por ejemplo, siempre desde el respeto y sin perder nunca las formas, y ahí radica su éxito porque conecta con el público de inmediato sin caer en la grosería o el chiste fácil, que habría sido el pecado mediante el cual el espectáculo habría hecho aguas.

Este fresco musical cuenta con una puesta en escena minimalista, apenas cuatro sillas en el escenario para algún número y al fondo una pantalla gigante, neutra, ubicada en el foro, va dando color a Los divinos. Los músicos visten con ropa de la época victoriana y, lo más importante sobre su herramienta de trabajo: no se despegan del instrumento en ningún momento —naturalmente sin partitura—, a pesar de que cantan y bailan con él durante la casi hora y media en que se desarrolla el vibrante y ágil espectáculo sin descanso.

Otra peculiaridad más: salvo las escasas intervenciones del narrador, el resto del protagonismo es asunto de los instrumentos, es decir, apenas se producen diálogos entre los músicos convertidos en actores, que, por lo tanto, demuestran cierto tiento y estilo en el arte de las tablas al empatizar de ese modo con el público a través de su trabajado recorrido gestual.

Pero si Los divinos tiene un objetivo claro, más allá de la diversión —incluida la interacción directa con el espectador al que hacen partícipe— es apoyar a la música, en todas sus vertientes y en todas sus variantes, hasta conseguir el enamoramiento de la música clásica —que en el contexto de los tiempos modernos es bien arriesgado—, y en demostrar todo lo que se puede hacer con un equipo de artistas tan brillante. Sorpréndanse ustedes solos. ¿Reinvención operística, clásica? Tal vez. Pero sobre todo, mucho talento.

Los divinos

★★★★★

Teatro:

Teatro Español

Dirección:

Calle del Príncipe, 25

Metro:

Sol

REPRESENTACIÓN FINALIZADA