Los curas del Grand Prix: «Lo pasamos en grande» - Alfa y Omega

Los curas del Grand Prix: «Lo pasamos en grande»

Los párrocos de los pueblos participantes no perdieron la oportunidad de utilizar el programa como una herramienta pastoral. «Ha sido una forma de acercarse a la gente joven», asegura el cura de Colmenarejo

José Calderero de Aldecoa
Juan Cara jalea a los vecinos de Alfacar durante la emisión del programa. Foto: IDeal / Ramón L. Pérez

Tras 18 años de ausencia, el Grand Prix volvió a TVE por la puerta grande, con una cuota de pantalla de 26,1 % y 2,6 millones de espectadores. Un éxito total que se ha convertido también en una herramienta pastoral. Da fe de ello Ángel Amigo, párroco de Colmenarejo y uno de los miembros del equipo que representó a su pueblo en el programa. Para este sacerdote, que lleva seis años en la localidad, el concurso ha sido una forma de acercarse más a la gente, «a los jóvenes» en concreto, y una oportunidad para transmitir «una imagen fresca de la Iglesia». Al final, tanto los vecinos como los espectadores —a través de la pantalla—, «han visto a un chico normal, como los demás».

La participación de Amigo se concretó hace meses, cuando el alcalde le llamó para invitarle a formar parte del equipo. Por prescripción facultativa, no es raro ver al sacerdote haciendo ejercicio por el pueblo junto a su entrenador personal. Y, al estar en forma, el regidor pensó en él para ayudar a Colmenarejo a vencer en el primer episodio del programa presentado por Ramón García. El cura aceptó la invitación solo después de consultar con el responsable de su vicaría, Juan Carlos Merino, y con su entrenador personal. Tras el visto bueno de ambos, se sumó al equipo.

Para el párroco, tanto el deporte como su participación en el Grand Prix entran dentro de la llamada del Papa Francisco a la Iglesia para que salga a las periferias. Se trata de «una vía de evangelización» para la juventud. «Los chicos no se nos acercan porque nos ven distantes, poco movidos, y ellos necesitan justo lo contrario». De esta forma, con el running o las pesas, a Ángel Amigo se le abre una oportunidad de contactar con un grupo de personas, como son los adolescentes, a los que les cuesta entrar en los templos. Cabe recordar que en los últimos datos presentados por el CIS —abril de 2023—, solo el 4,2 % de los jóvenes encuestados de entre 18 y 24 años se consideraba católico practicante.

Hasta canciones de Misa

Colmenarejo se enfrentó en aquel primer programa al pueblo granadino de Alfacar, que también contó con ayuda divina. Juan Cara, párroco de la localidad, no lo dudó un instante y se sumó como público para apoyar a sus vecinos. «Lo pasamos en grande. El ambiente fue fantástico. Incluso en algún momento de exaltación nos pusimos a cantar el Juntos como hermanos», rememora el sacerdote, que tiene 57 años.

Más allá de la diversión, la participación de Alfacar en el Grand Prix «ha sido un revulsivo», en palabras de Cara, «para que la gente se dé cuenta de que herramientas como la alegría, la empatía y la simpatía son una buena palanca para hacer cosas grandes». De hecho, la localidad ganó el programa, pero más importante que el premio —de 30.000 euros— es que «la gente se ha podido dar cuenta de que no hace falta estar todo el día peleado y ofuscado con el resto del mundo».

En el caso de Yepes, otro de los pueblos del Grand Prix 2023, el sacerdote no participó directamente en el programa, pero la iglesia de la localidad estuvo bien representada por los propios vecinos. «Había una motivación muy grande entre ellos por ganar el premio. Lo querían destinar a las obras de la colegiata, tal y como explicaron ellos mismos en directo», indica el párroco, Emilio Palomo, en conversación con Alfa y Omega. El templo, construido en el siglo XVI y declarado Bien de Interés Cultural en 1992, necesita una rehabilitación de la techumbre.

Palomo no puede dejar de emocionarse con la gallardía mostrada por sus fieles, aunque tampoco le extraña. De hecho, «las mismas personas que veías saltando en las distintas pruebas del concurso son los que están organizando un sinfín de actividades, desde conciertos hasta obras de teatro, para sacar dinero para la rehabilitación de la iglesia», concluye.

«Fue bonito verlos en el programa»

Una de las claves del éxito del programa ha sido su presentador, Ramón García, que ya dirigió el formato cuando se estrenó en 1995. «Estoy muy feliz», reconoce en entrevista con Alfa y Omega. Se refiere, por supuesto, a los abultados datos de audiencia —el 32 % de la población española ha visto en algún momento el programa—, «pero no solo a eso», matiza. Acto seguido, revela lo que le acababa de pasar un instante antes de la conversación con este semanario: «Un compañero me ha dado las gracias porque este verano se ha podido sentar junto a su mujer, su hijo y sus padres frente al televisor para disfrutar del programa», y eso es algo que ya no pasa. «No existe ningún acontecimiento televisivo, salvo el Grand Prix, que una a la familia».

A raíz de la experiencia, García cree que «hay una necesidad en la sociedad por ver programas de ocio familiar», lo que ocurres es que «se le había dado la espalda a esa necesidad».

Sobre la participación de los sacerdotes en el programa, el presentador reconoce que «fue muy bonito». García valora especialmente el cambio de actitud. «No estás obligando a la gente a que vaya a verte a la iglesia, sino que son los propios curas los que salen a buscar a las personas», asegura. «A mí me parece muy bien que participen en la vida de la gente, que vayan a sus casas o de vinos». Y concluye: «No es que los curas estén cerca de la gente, es que son la gente».