El Papa anima a los creyentes a decir a los dirigentes: «Esto no se hace»
El Papa ha dedicado la audiencia general de este miércoles a la oración, que «es un encuentro con Dios y un dejarse enviar para servir a los hermanos». Además, ha reclamado a los creyentes la valentía de decirle a quienes tienen responsabilidad: «¡Esto no se hace!»
Desde este miércoles es obligatorio el uso de la mascarilla en el Vaticano. Francisco, sin embargo, apareció un día más sin ella durante la audiencia general a pesar de celebrarse, en esta ocasión, en un espacio cerrado. La lluvia ha obligado a trasladar la catequesis desde el patio de San Dámaso, situado al aire libre, hasta el Aula Pablo VI, lugar habitual de estos encuentros cuando las inclemencias del tiempo azotan Roma.
El Papa no ha rehuido ni siquiera el contacto con los fieles. Se ha acercado, ha saludado, se ha dejado abrazar por algún niño e incluso ha besado las manos de un sacerdote, capellán en una cárcel. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que el Pontífice se somete a controles de salud habituales y que después del encuentro con los fieles utiliza gel hidroalcohólico.
Oración de Elías
De la misma forma que las audiencias han regresado al Aula Pablo VI, el Papa ha retomado las reflexiones sobre la oración después de dedicar las últimas al cuidado de la creación con motivo del Tiempo de la creación.
El Santo Padre ha utilizado para su catequesis la figura de Elías, «uno de los personajes más queridos por la tradición monástica» y para quien «la oración es la savia que alimenta constantemente su existencia».
Su ejemplo enseña que «en el alma de quien reza, el sentido de la propia debilidad es más valioso que los momentos de exaltación, cuando parece que la vida es una cabalgata de victorias y éxitos». Precisamente, esto es lo que sucede en la oración, ha explicado el Papa: «momentos de oración que nosotros sentimos que nos levantan, también de entusiasmo, y momentos de oración de dolor, de aridez, de pruebas».
Vida activa vs vida contemplativa
Pero Elías también es un hombre de vida activa, preocupado por los acontecimientos de su época e incluso capaz de arremeter contra el rey y la reina después de que hubieran mandado a asesinar a Nabot para apoderarse de su viña. «Cuánta necesidad tenemos de creyentes que actúen delante de personas que tienen responsabilidad de dirección con la valentía de Elías, para decir: “¡Esto no se hace! ¡Esto es un asesinato!”», ha clamado el Pontífice.
Sin embargo, la vida activa y la contemplativa no están reñidas. El profeta demuestra que no debe existir dicotomía en la vida de quien reza: «se está delante del Señor y se va al encuentro de los hermanos a los que Él envía». La oración «no es un encerrarse con el Señor para maquillarse el alma: no, esto no es oración, esto es oración fingida. La oración es un encuentro con Dios y un dejarse enviar para servir a los hermanos. La prueba de la oración es el amor concreto por el prójimo».
De hecho, los creyentes actúan en el mundo después de estar primero en silencio y haber rezado. De lo contrario, ha concluido Francisco, «su acción es impulsiva, carece de discernimiento, es una carrera frenética sin meta. Los creyentes se comportan así, hacen muchas injusticias, porque no han ido antes donde el Señor a rezar, a discernir qué deben hacer».