Los Amigos de Monkole reimpulsarán sus proyectos contra el hambre y la discapacidad - Alfa y Omega

Los Amigos de Monkole reimpulsarán sus proyectos contra el hambre y la discapacidad

Volverán República Democrática del Congo para realizar operaciones y ampliar un programa de nutrición infantil y otro agrario para mujeres con SIDA

Rodrigo Moreno Quicios
Una beneficiaria de Amigos de Monkole con su hijo
Una beneficiaria de Amigos de Monkole con su hijo. Foto: Amigos de Monkole.

«Tenemos un proyecto con un cirujano con Barcelona que lleva 6 o 7 años yendo a Monkole y ya ha curado a más de 100 chavales», cuenta a Alfa y Omega Enrique Barrio, presidente de Amigos de Monkole, en la víspera de su próximo viaje este viernes a República Democrática del Congo. Con ayuda del médico Víctor Barro del Hospital Vall d’Hebron, en esta nueva visita la fundación quiere acometer entre diez y doce operaciones más de drepanocitosis. Es una enfermedad «que afecta mucho a los huesos y especialmente a la cabeza del fémur, muchos chicos de entre 18 y 25 años la tienen destrozada», explica Enrique Barrio. Como resultado, «no pueden andar ni pueden hacer prácticamente nada», pero con la instalación de una prótesis «a los pocos días están haciendo vida normal». Lo que permite reengancharse a la vida a aquellos que «han dejado de estudiar o de trabajar porque no podían ni subir escaleras».

Otro objetivo de esta nueva visita es «ver cómo mejoramos un proyecto de nutrición de unas monjas Misioneras de Cristo Jesús» que llevan 5 años desarrollando en una zona donde el hambre azota. Principalmente consiste en el reparto un día a la semana de unas harinas enriquecidas con gusanos secos —algo perfectamente digno y compatible con la cultura local— para niños de entre 1 y 6 años. A los chavales también «se les pesa, se les mide y se ve si han mejorado. «Estamos sacando adelante unos 250 niños al año», reivindica Barrio.

El presidente nos cuenta también que «tenemos un proyecto de becas escolares» para los orfanatos alrededor del Hospital Monkole donde realizan el grueso de su labor. «Estuvimos el año pasado jugando con unos once niños, hablando con ellos y con el hombre que los cuidaba y vimos que no tenía dinero para escolarizarlos», recuerda. En términos relativos, «no cuesta nada», pues todo el curso cuesta unos 200 euros por niño. Ya han podido sufragar los estudios de unos 30.

A las mujeres con SIDA no les dejan trabajar

Enrique Barrio cuenta que «tenemos otro proyecto donde se mezcla la salud y la agricultura». Llevado a cabo por mujeres que padecen SIDA, «que suelen estar estigmatizadas por la sociedad», sirve para sufragarles «los retrovirales para tener la enfermedad controlada» y que no podrían adquirir de otro modo porque «no les dejan trabajar en ningún sitio».

La iniciativa consiste en que «hemos alquilado una parcela y cada una cultiva un trocito». Aparte, «tenemos contratada a una ingeniera agrícola que les enseña a cultivar bien», de manera eficiente y a la vez sostenible. «Con eso conseguimos que tengan unas pocas cosechas, las vendan y consigan un poquito de dinero para mejorar su casa y llevar a sus hijos al colegio». Según el presidente de Amigos de Monkole, «es un proyecto muy sostenible». Sobre todo teniendo en cuenta que, gracias a unas subvenciones locales, las mujeres que formen parte de esta iniciativa acabarán formando una cooperativa y poseyendo el campo.

Finalmente, Enrique Barrio explica que, después de este viaje —al que acudirá esta Semana Santa porque es profesor del colegio Tajamar—, «acudirá otro grupo con tres médicos, una enfermera y un ingeniero». Su aportación consistirá en proseguir el proyecto Elikia y escanear a un gran grupo de mujeres para hacer un diagnóstico precoz de aquellas que sufran un cáncer de útero. «Lo comenzamos con el doctor Luis Chiva de la Universidad de Navarra y, con estudiantes en verano, llegaron a examinar a 2.000». Después, dándole seguimiento, cada año el hospital atiende a unas 200 «que antes eran cero porque es una prueba complicada y necesita aparatos importantes».