Lejos del ruido mediático, a resguardo de las cámaras, Benedicto XVI no dejó nunca de predicar la homilía en la Eucaristía dominical, aunque fuese solo para el reducido grupo de personas que lo rodeaba y constituía su pequeña familia. El padre Federico Lombardi y los responsables de la Libreria Editrice Vaticana decidieron publicar el contenido de decenas de estas homilías al apreciar el gran valor que tenían. Ahora se pueden leer en español gracias a Ediciones Encuentro, que las presenta respetando el título original: El Señor nos lleva de la mano. El Papa Ratzinger, en su gran humildad, no lo hubiera permitido, reconoce Lombardi. Sin embargo, solo es necesario avanzar unas pocas páginas en la lectura del libro para evidenciar que habría sido lamentable que estas meditaciones tan enriquecedoras hubiesen caído en el olvido.
Benedicto nunca se apartó de la homilética clásica: anunciar la Palabra, dejarse interpelar por ella y explicar su significado. Parafraseando al título, lleva de la mano al lector a través de la exégesis y la catequesis de forma didáctica y sugestiva. Aun sin traicionar este método y, pese al contexto de intimidad en que fueron pronunciadas, no elude referirse los dramas actuales de la Iglesia y del mundo. Por ejemplo, cuando afirma: «El gran problema de nuestro tiempo es precisamente el analfabetismo religioso […]. Para una renovación del mundo, antes que todas las demás reformas, es fundamental esta otra: la nueva presencia del conocimiento de Dios».
La clave de la lectura de estos acontecimientos es siempre la relación entre Dios y el hombre, como cuando constata lleno de dolor: «¡Cuántos problemas, cuánta violencia, cuánta incredulidad, cuánta destrucción de la fe, del hombre mismo, cuántos refugiados, cuántas guerras!… por eso debemos gritar: “Dios, ¿no ves? ¡Ven! ¡Baja!”». Y frente a todo ello, emerge en él una fe inquebrantable en el poder y el amor de Dios: «Las victorias de Dios son diferentes de las victorias del mundo. […] Las victorias de Dios son este hombre que está dispuesto al martirio, son las almas humildes que día a día ofrecen su servicio a la verdad, a la caridad: esta es la presencia de Dios, este es el verdadero viento renovado de Dios».
La publicación de estas homilías, hasta ahora desconocidas, es una ocasión de volver a disfrutar la honda sabiduría que caracterizaba a Benedicto XVI, solo comparable a la enorme sencillez con la que la comunicaba. Es más, aquí aparecen esas virtudes con una mayor pureza a medida que disminuían sus compromisos y actividades.