¡Llega el verano! - Alfa y Omega

Hablamos desde el hemisferio norte, donde en la fecha en la que escribo, el 21 de junio, el calendario marca el comienzo del verano. Son meses esperados largamente para descansar, salir de viaje y encontrarse con amigos y con familiares a los que no vemos el resto del año.

Es el tiempo de las vacaciones, esa palabra mágica que nos evoca cortar con la rutina diaria, hacer un cambio en el calendario, desconectar del horario de trabajo que no permite otra cosa.

Es el momento de detener ese modo de vivir veloz, casi vertiginoso, que tenemos en muchos ambientes y poderse mirar por dentro a nivel personal, familiar, entre amigos.

Pero no es fácil pasar del ruido al silencio, de la actividad frenética a la pasividad, de la mirada superficial a bajar a la hondura del propio yo. A veces decimos, como Mafalda: «Hoy no tengo ganas de hacer turismo interior». Y vamos dejando esta impostergable tarea para otro momento que puede no llegar.

Tiempo de verano, espacio y escenario adecuado para preguntarme cómo estoy, cómo me siento, por dónde caminan mis deseos, sueños y proyectos, hacia dónde dirijo los pasos de mi vida. Y de qué modo voy escribiendo cada página de esa historia única, original, irrepetible, la mía; hecha de veranos y de inviernos, de otoños y primaveras; de tiempo oscuro donde se gesta algo en silencio que después brota con fuerza.

El verano, las vacaciones, el cambio de ritmo, nos invitan también a pensar en quienes no tienen esta alternativa porque no trabajan. Porque para ellos todo el año es igual, no hay diferencias entre los meses.

¡Llegó el verano! Tiempo personal, pero sin olvidar a los demás, cercanos o más lejanos, que necesitan nuestra mirada acogedora, una sonrisa amable que sostiene en cualquier época del año.