Lía Zervino, miembro del Dicasterio para los Obispos: «Prevost valoraba mucho nuestro aporte»
Esta virgen consagrada argentina se convirtió en 2022 en una de las tres primeras mujeres miembro del Dicasterio para los Obispos. Ve muy probable que León XIV «siga esta transformación de la Iglesia en sinodal y misionera»
Ha trabajado estrechamente con el nuevo Papa desde hace dos años en el Dicasterio para los Obispos. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
Él todavía era solamente miembro cuando yo llegué hace dos años y medio. Luego el Papa Francisco lo nombró prefecto. Además, pertenecemos al mismo grupo de estudio que salió del Sínodo para estudiar la cuestión de los obispos. Así que nos veíamos cada 15 días, a veces mañana y tarde. Tiene un trato sumamente amigable y respetuoso, encantador. Es una persona serena, que transmite mucha paz, muy humilde, muy capaz de escuchar, educadísima. Trabajar con él es un placer.
Junto con Raffaella Petrini y Yvonne Reungoat, el Santo Padre la eligió para ser las primeras mujeres miembros del dicasterio, y por tanto participar en la elaboración de expedientes de candidatos a obispos.
Siendo ya prefecto, le hicieron una entrevista en Vatican News y me sorprendió gratamente su respuesta sobre este tema. Dijo que «en varias ocasiones hemos visto que su punto de vista es un enriquecimiento». Que, aunque muchas veces nuestra perspectiva coincide perfectamente con la de los demás miembros, «otras veces introduce otra perspectiva y se convierte en una contribución importante». Además, valoraba que el nombramiento «es mucho más que un simple gesto». En cambio, «hay una participación verdadera, real y significativa».
¿Coincide esta descripción con su experiencia?
No es que seamos un bloque. Pero hay veces que alguna de nosotras vislumbra algo importante que los demás no han podido advertir. Y es bien recibido. Yo personalmente aprendo muchísimo en las reuniones. Es un espacio de aprendizaje permanente escuchando al otro. Se sufre muchas veces por lo que se escucha, pero también se goza. Y la experiencia del prefecto es una experiencia riquísima de Iglesia.
En esas reuniones, ¿qué buscaba él en los candidatos?
Debo matizar que el dicasterio no elige a los obispos, sino que estudia los perfiles y presenta al Papa los que considera mejores para que él elija. Se hace tomando los criterios de Francisco: pastores con olor a oveja, al servicio concreto de esa diócesis. Es lo que se espera que continúe.
¿Y en el grupo de estudio en el marco del Sínodo?
Como hemos preguntado a las conferencias episcopales qué tienen que aportarnos, también decidimos abrirlo a cómo en la sociedad civil se prepara, se elige y se acompaña a los líderes de las grandes empresas. Yo ofrecí a una amiga que vive en Londres, que tiene su propia consultora. Tuvimos una excelentísima reunión en la que tanto el prefecto como los demás entablaron un diálogo maravilloso con ella y aprendimos mucho sobre algunos criterios básicos, aunque luego hay que cambiar otras cosas de cómo se hace en la sociedad civil. Fue muy lindo cómo fue escuchada y valorada.
Todo parece indicar que seguirá la línea de Francisco de promover la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad, ¿no?
Ojalá que sí. Creo que lo que inició Francisco ya no tiene vuelta atrás. León XIV va a proseguir con estos procesos que el Espíritu Santo suscitó en el pontificado anterior; seguramente entre otras cosas. Él aprecia mucho el aporte de las mujeres, pero por supuesto va a trabajar con hombres y mujeres, con todo el pueblo de Dios. Va a hacer una Iglesia maravillosa porque es a la que él está acostumbrado. Es un pastor, un misionero que ha estado mucho tiempo en Latinoamérica y, como superior de los agustinos, en muchísimas otras partes.
Es muy probable que pueda seguir esta transformación de la Iglesia en sinodal y misionera. Creo que el Espíritu Santo lo va a seguir iluminando, como hizo con Francisco. No tiene nada de clericalismo ni de machismo. Eso es muy bueno y muy saludable. Fíjese que en sus primeras palabras habló del obispo acompañado por el pueblo de Dios. No tiene una estructura mental piramidal sino de una jerarquía al servicio del pueblo de Dios. Para mí la clave es que se identifica con Jesucristo. Por eso empezó con las palabras del Resucitado.
¿Cree que por la forma de ser que tiene podrá seguir avanzando en estas líneas tranquilizando a quienes las miran con suspicacia?
Es muy pacífico, muy sereno y equilibrado. Y actúa en una línea de comunión. En su saludo habló tres veces de construir puentes. No es alguien que cree conflictos; va a ser todo lo opuesto. En esa primera aparición dijo diez veces la palabra «paz», y otras tres «diálogo» y «amor». Eso da un perfil de cómo es. Eso, junto a que habló de ser discípulos de Cristo y misioneros en la unidad de la Iglesia, es un marco de lo que va a ser su pontificado.
¿Qué más puede haber en el horizonte para esta promoción de la mujer?
La mujer es una clave para la implementación del Sínodo, que es la etapa más compleja. Este Sínodo va de abajo hacia arriba, como muchos de los cambios que ha suscitado el Espíritu Santo en la Iglesia. No solo inspira al Papa sino al pueblo de Dios. Y como este está constituido en su mayoría por mujeres, en la medida en la que estas logren una capacitación para la sinodalidad y para poner todos sus talentos al servicio de la Iglesia, la Iglesia va a ser otra.
Por eso es tan importante que nos metamos de lleno a aprender, vivir y encarnar la conversación en el Espíritu. Nosotras tenemos que ser facilitadoras de esto. La Iglesia entera debería aprender a moverse con discernimiento eclesial donde nos hacemos corresponsables de las decisiones que se van tomando a nivel pastoral. Esto haría otro tipo de Iglesia, comunional, en la que la jerarquía por supuesto lo sigue siendo pero donde hay cercanía, solidaridad, entre pastor y feligreses. Me parece que esta es una iglesia que puede ser de enormes puertas abiertas, en salida, misionera, porque funciona con otro motor, el de la sinodalidad.