Como ya sucedió en 2013 con el Papa Francisco, los grandes medios norteamericanos han sido los primeros en reconocer el impacto mundial de León XIV más allá de los fieles cristianos y de los temas estrictamente religiosos. El pasado 29 de agosto, la revista Time le incluyó en la lista de «top 100» del mundo en inteligencia artificial (IA), pues en menos de cuatro meses había sumado media docena de intervenciones relevantes en un terreno que asumió como propio al tercer día de pontificado: «Responder a otra revolución industrial (la digital) y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo».
La tarea no puede ser más urgente pues las principales IA, útiles para numerosas tareas, compiten frenéticamente por atrapar adictos en sus versiones «confidentes» y «amorosas» o abiertamente eróticas, que han capturado ya a tres cuartas partes de los adolescentes norteamericanos en conversaciones íntimas que no se atreverían a tener con sus padres o sus amigos. El «top 100» incluye a otros personajes positivos como Megan García, madre de un chico de 14 años obsesionado románticamente por una IA basada en una hermosa protagonista de Juego de tronos, que le animó a dar el último paso hacia el suicidio para estar juntos. Su demanda contra Character.AI y Google, que tiene un acuerdo con esa empresa, sentará jurisprudencia sobre la responsabilidad civil de las IA en Estados Unidos.
Time advierte que las grandes tecnológicas pueden ver a León XIV como «un formidable contrapeso espiritual», evidentemente lesivo para sus intereses. Es lo que descubrieron enseguida las empresas carboneras, petroleras y de armamento en el Papa Francisco, desatando campañas hostiles que duraron todo el pontificado.