León XIV estrena la Misa por el cuidado de la creación: «Preguntémonos si vivimos esta conversión»
En «un mundo que arde, tanto por el sobrecalentamiento terrestre como por los conflictos armados», el Santo Padre ha asegurado que la esperanza se encuentra en Jesús, que «da nueva vida»
El Papa León XIV ha invitado este miércoles a «preguntarnos si estamos viviendo esa conversión» ecológica. Durante sus vacaciones en Castel Gandolfo, el Santo Padre ha celebrado una Eucaristía privada en el Borgo Laudato Si’ siguiendo el nuevo formulario de Misa por el cuidado de la creación que él mismo aprobó y que el Vaticano presentó la semana pasada.
La invitación a la conversión, ha explicado, se justifica porque «muchos desastres naturales que todavía vemos en el mundo son en parte causados también por los excesos del ser humano». Ha animado también a «rezar por la conversión de tantas personas, dentro y fuera de la Iglesia, que aún no reconocen la urgencia de cuidar el hogar común».
Antes de hablar de conversión, el Pontífice ha empezado su homilía dando gracias —eso significa Eucaristía, ha recordado—. En primer lugar por disponer de este nuevo formulario de Misa, que se debe a «muchas personas aquí presentes que han trabajado para ello». También ha agradecido a los miembros del Borgo «todo lo que hacéis siguiendo esta hermosa inspiración del Papa Francisco» para aplicar la encíclica Laudato si. Les ha asegurado su «oración y aliento» en su labor de encontrar «nuevas y eficaces formas de proteger la naturaleza».
Miedo en «un mundo que arde»
Esta encíclica, así como Fratelli tutti, son muy actuales en «un mundo que arde, tanto por el sobrecalentamiento terrestre como por los conflictos armados». El miedo de la humanidad ante estos fenómenos es parecido al de los discípulos en la barca en medio de la tormenta. «Pero en el corazón del año del Jubileo confesamos: ¡hay esperanza! La encontramos en Jesús», cuyo poder «crea» y «da nueva vida».
En este episodio, Cristo se sobrepone a las fuerzas de la naturaleza. Y los cristianos somos miembros de su cuerpo. Por ello, ha subrayado León XIV, «nuestra misión de proteger la creación, de traerle paz y reconciliación, es su propia misión: la misión que el Señor nos ha confiado».
Así, «escuchamos el grito de la tierra, escuchamos el grito de los pobres, porque este grito ha llegado al corazón de Dios. Nuestra indignación es su indignación, nuestro trabajo es su trabajo».
Por este motivo, la Iglesia debe tener una voz profética, «incluso cuando exige la audacia de oponerse al poder destructivo de los príncipes de este mundo». Esto implica movilizar «nuestras inteligencias y nuestros esfuerzos, para que el mal sea dirigido al bien, la injusticia en la justicia, la codicia en la comunión».
Con todo, el Santo Padre ha señalado que este cambio necesita «una mirada contemplativa» sobre cómo «con amor infinito el único Dios creó todas las cosas». Solo esta actitud «puede cambiar nuestra relación con las cosas creadas y sacarnos de la crisis ecológica que tiene como causa la ruptura de las relaciones con Dios, con el prójimo y con la tierra, a causa del pecado».
Al final de su homilía, el Pontífice ha citado a su predecesor Francisco para explicar que la Misa por el cuidado de la creación tiene sentido porque «en la Eucaristía la creación encuentra su mayor elevación». Y ha concluido dirigiéndose a Dios con palabras de su padre espiritual, san Agustín: «Tus obras te alaban para que te amemos, y nosotros te amamos para que te alaben tus obras».
León XIV se acaba de estrenar como colaborador de la revista Piazza San Pietro. Al igual que ya hacía su predecesor, en el número de julio de esta publicación de la Basílica Vaticana responde a la pregunta de los lectores. En este caso, de Zaira, una madre de tres hijos de la región de Benevento. Lejos de plantearle una cuestión cotidiana, esta mujer le pregunta «¿qué pasará si todo se ve abrumado por la guerra?».
«El tuyo es un grito que llega al corazón de Dios», responde el Santo Padre. La paz, explica, no es solo un deseo, sino un compromiso personal y cotidiano, que nace de lo más profundo y se nutre de gestos concretos. «Se construye en el corazón y a partir del corazón».
En la Iglesia «insistimos en el diálogo a todos los niveles, para promover una verdadera cultura del encuentro y no del conflicto, y también de la limitación del poder, como siempre pidió mi amado predecesor, el Papa Francisco». El Pontífice reta a «saber combinar la oración con los gestos valientes necesarios y con la paciencia agotadora de los pequeños pasos». Y concluye: «La guerra no prevalecerá y los niños tienen derecho a una paz auténtica, justa y duradera».