León XIV celebra su primer Corpus Christi denunciando la desigualdad provocada por la soberbia - Alfa y Omega

León XIV celebra su primer Corpus Christi denunciando la desigualdad provocada por la soberbia

En la Eucaristía celebrada en la basílica de San Juan de Letrán, ha asegurado que «nuestra naturaleza hambrienta lleva la marca de una indigencia que es saciada por la gracia de la Eucaristía»

Ester Medina Rodríguez
Procesión eucarística por las calles de Roma en la solemnidad del Corpus Christi
Procesión eucarística por las calles de Roma en la solemnidad del Corpus Christi. Foto: Vatican Media.

En la tarde de este domingo el Papa León XIV ha celebrado el Corpus Christi de forma solemne. Lo ha hecho, en primer lugar, presidiendo una Eucaristía en la basílica de San Juan de Letrán a la que le ha seguido una procesión por las calles de Roma hasta la basílica de Santa María la Mayor, donde el Pontífice ha impartido la bendición eucarística.

En la homilía, el Papa ha reflexionado sobre el Evangelio en el que se narra el milagro de los panes y los peces, así como la actitud de la multitud que se agolpaba para escuchar a Jesús y permanecía horas con él. Incluso para aquellos fieles, ha explicado, «llega la hora de la prueba cuando cae la tarde y no hay nada para comer. El hambre del pueblo y la puesta del sol son signos de un límite que se cierne sobre el mundo, sobre cada criatura: el día termina, al igual que la vida de los hombres». Por eso, también en ese «tiempo de sombras», es cuando «Jesús permanece entre nosotros».

León XIV ha puntualizado que los gestos que hizo el Señor al multiplicar los panes y los peces «no inauguran un complejo ritual mágico», sino que más bien «manifiestan con sencillez el agradecimiento hacia el Padre, la oración filial de Cristo y la comunión fraterna que sostiene el Espíritu Santo».

Fieles congregados en la explanada de la basílica de San Juan de Letrán. Foto: Vatican Media.

En este sentido, «hoy hay pueblos enteros humillados por la codicia ajena aún más que por el hambre misma», ha señalado el Santo Padre, que ha aludido a la desigualdad creciente en el mundo: «Ante la miseria de muchos, la acumulación de unos pocos es signo de una soberbia indiferente, que produce dolor e injusticia. En lugar de compartir, la opulencia desperdicia los frutos de la tierra y del trabajo del hombre». Además, ha hecho hincapié en que, especialmente en este año jubilar, «el ejemplo del Señor sigue siendo para nosotros un criterio urgente de acción y servicio: compartir el pan, para multiplicar la esperanza».

Ante los miles de fieles congregados para esta celebración, el Santo Padre ha afirmado que «así como el hambre es señal de nuestra radical indigencia vital, así también el partir el pan es signo del don divino de la salvación». De esta manera ha recordado que «nuestra naturaleza hambrienta lleva la marca de una indigencia que es saciada por la gracia de la Eucaristía». Y, nombrando a San Agustín, ha subrayado que «Cristo es un pan que nutre y que nunca falta, un pan que se puede comer pero que nunca se agota», y que se hace presente en la Eucaristía.