Las vacaciones del Papa: tranquilidad en la propia casa
Un mes de julio sin audiencias ni visitas para preparar el otoño
Cuando se tiene 80 años y se lleva un ritmo de trabajo frenético, lo que más se agradece es la tranquilidad. Y eso es lo que está disfrutando el Papa Francisco durante este mes de julio en su residencia de siempre, la Casa Santa Marta, en el Vaticano, convertida casi en un hotel fantasma por la ausencia de huéspedes.
Por quinto verano consecutivo, el Papa disfruta en su propia casa de la tranquilidad de no tener que ir continuamente de un encuentro a otro y de un lugar a otro a lo largo de todo el día. Su modo de recuperar fuerzas consiste, según ha explicado en que «cambio de ritmo, duermo algo más, leo cosas que me reposan, escucho algo de música, rezo más… Y todo eso me descansa».
Y además le recuerda la infancia, pues su familia no tenía automóvil ni dinero para salir de Buenos Aires, por lo que disfrutaban las vacaciones en casa. La última vez que Jorge Bergoglio abandonó en verano residencia habitual fue en 1975, hace más de cuarenta años.
Tradicionalmente, el Papa suspende todas las audiencias oficiales y privadas, incluida la audiencia general de los miércoles durante el mes de julio, y las reanuda en agosto, cuando el calor tórrido de Roma empieza a dar una tregua.
A mediados de septiembre
Francisco suspende, además, la Misa de las siete de la mañana en Casa Santa Marta, a la que suelen asistir unas cuarenta o cincuenta personas cada día. La reanudará a medidos de septiembre, a la vuelta del viaje a Colombia.
El Papa aprovecha la calma de este mes —en que su única actividad pública es el Ángelus del domingo— para preparar sus grandes documentos y los discursos de los próximos viajes. El primero será a Colombia del 6 al 11 de septiembre. Podría viajar a Vietnam antes de fin de año, y tiene ya programado visitar Chile y Perú del 15 al 21 de enero de 2018.
Francisco necesita descansar, pues este año ha realizado numerosos viajes en Italia y se ha marcado un ritmo muy duro de trabajo recuperando las visitas ad limina de las conferencias episcopales de países de todo el mundo, que se habían suspendido durante el Año Santo de la Misericordia. Con el nuevo formato, dedica a cada grupo de obispos dos encuentros largos, a veces de más de dos horas cada uno.
La residencia estiva de Castel Gandolfo es ahora un lugar de visita turística muy concurrido pues no solo se pueden ver los jardines y la granja que produce vegetales y leche para el Vaticano sino también el edificio entero, incluida la habitación y el estudio del Papa.
Benedicto XVI pasaba dos meses en Castel Gandolfo cada verano. Desde su renuncia volvió una vez, pues Francisco le invita a irse allí a descansar. Sin embargo, como ahora tiene ya 90 años, prefiere también la calma de su residencia Mater Ecclesia, situada en los Jardines Vaticanos, el lugar más tranquilo de Roma.
Juan Vicente Boo / ABC