El pasado lunes, Benedicto XVI celebró su 85 cumpleaños con la Curia romana, y en una inesperada confidencia, reconoció que ha vivido «tiempos espléndidos, pero también noches oscuras». El Santo Padre agradeció «al Señor los muchos años que me ha concedido; años con tantos días de alegría, tiempos espléndidos, pero también noches oscuras, aunque, en retrospectiva, se comprende que también las noches eran necesarias y buenas». Benedicto XVI explicó que, aunque «la expresión Iglesia militante está un poco pasada de moda, podemos entender cada vez mejor que encierra una verdad». Y lo aclaró así: «Vemos cómo el mal quiere dominar el mundo y es necesario entrar en lucha contra él. Vemos cómo lo hace de tantos modos, cruentos, con diversas formas de violencia, pero también enmascarado como bien y destruyendo de esta forma los fundamentos morales de la sociedad. San Agustín decía que la Historia es una lucha entre dos amores: amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios, y amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo, en el martirio. Nosotros estamos en esta lucha, y en esta lucha es muy importante tener amigos». Y añadió: «Estoy rodeado de los amigos del Colegio cardenalicio: son mis amigos y me siento en casa, me siento seguro en esta compañía de grandes amigos que están conmigo, y todos, con el Señor. Gracias por esta amistad, por la comunión en las alegrías y en los dolores». Y concluyó con una llamada a no caer en el desaliento: «El Señor ha dicho: Ánimo, Yo he vencido al mundo. Estamos en el equipo del Señor, en el equipo que vence».