Las joyas de la Franja
Desde el pasado 10 de marzo, los 111 bienes en litigio ya están en Barbastro-Monzón. Nos acercamos a cinco de ellos
Si son conocidos los bienes de la Franja es, más que por las propias obras, por el largo conflicto por su propiedad entre dos diócesis, la de Lérida y la de Barbastro-Monzón, tras el reajuste territorial que trasladó unas parroquias de la primera a la segunda. Una disputa que se ha desarrollado en el ámbito canónico sin éxito y luego ante la justicia civil, que determinó finalmente que la obras debían volver a Barbastro-Monzón.
Y así sucedió, tras casi 26 años, el pasado 10 de marzo, cuando llegaba al Museo Diocesano de Barbastro-Monzón la última de las cuatro remesas con los bienes. Las 111 piezas ya estaban en casa. Ahora es tiempo de trabajo, de clasificación de las obras, de elaboración de un informe de cada una de ellas, de investigación y de valorar cuáles exponer y cuáles no.
A la derecha de estas letras pueden encontrar una selección de cinco obras, elegidas con la ayuda de los profesionales del citado museo diocesano. Una muestra que representa al conjunto de los 111 bienes y que incluye escultura, pintura, mobiliario, orfebrería y tejido.
En primer lugar, nos encontramos con una Santa Generación o Triple Generación de un pueblecito llamado Capella. Esta obra representa a santa Ana, la Virgen María y el Niño Jesús. La madre de la Virgen, la pieza de más volumen, está sentada con un libro al que señala María, de pie y con Jesús en brazos. Esta obra, según explica María Puértolas, subdirectora del Museo Diocesano de Barbastro-Monzón, se ha puesto en relación con otra Triple Generación que se encontraba en la catedral de San Vicente de Roda de Isábena y que robó Erik el belga en 1979. Actualmente, se encuentra en paradero desconocido.
Además, en el reverso de esta escultura figura una inscripción que aporta más información sobre su historia: «Salvada de la quema el 28 de julio de 1936 por Vicente Sesa». «Esto nos recuerda –continúa Puértolas– tantas piezas que fueron salvadas de la destrucción por vecinos y fieles de las parroquias. Fue un esfuerzo que hicieron, muchas veces arriesgando la vida, que no se les podrá agradecer suficientemente».
De la Arqueta de Buira, de estilo gótico, la subdirectora alaba su técnica, pues tiene trabajo sobre madera, estuco, pintura, forja… Pudo ser utilizada para diversas actividades: como relicario, recipiente para guardar objetos religiosos, pergaminos u objetos sagrados. La decoración principal son águilas con unas filacterias con el anagrama de Cristo (IHS) y se completa con motivos vegetales y animales. «Es casi un horror vacui, pues toda la arqueta está plagada de elementos», añade.
La representante de la pintura en esta particular selección es una tabla de san Juan Bautista, que ocupaba el centro del retablo mayor de la iglesia del mismo nombre de Zaidín. Elaborada por Martín Bernat a finales del siglo XV, es una de las obras recuperadas con más valor. Cabe recordar que Bernat fue discípulo y colaborador de Bartolomé Bermejo, considerado el mejor representante del gótico hispanoflamenco. El mismo autor tiene un san Victorián que se conserva en la catedral de Barbastro.
En orfebrería, la Cruz procesional de Iscles, pese a no ser Bien de Interés Cultural como el resto, tiene una singularidad. Se inspira en las cruces realizadas en cristal de roca. Así, explica la experta, «los brazos se articulan como una sucesión de piezas circulares, troncopiramidales y cúbicas». Y añade: «Es una forma de hacer cruces muy diferente. Lo habitual es que haya un alma de madera y sobre ella se coloque una chapa de plata». Esta pieza se suma a otras dos cruces del estilo de Montesa y de Puy de Cinca expuestas en el museo diocesano.
Y concluimos este recorrido con la Capa pluvial de san Pedro de Roda de Isábena, de estilo renacentista. Destaca por la variedad de técnicas que utiliza como el bordado de hilo tendido o el bordado al matiz que muestran una verdadera «pintura de aguja». Esta vestimenta, que participó en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, da fe de que Roda de Isábena fue «un lugar de producción artística y difusión de primer orden». La colección de tejidos medievales, entre las que sobresale el Ajuar de san Ramón, es otro ejemplo.
«Todas las obras, más allá de la calidad artística o el especial valor histórico de algunas, son significativas, pues nos cuentan la historia de la diócesis y los pueblos que la conforman. Ahora, nuestro discurso está mucho más completo», concluye María Puértolas.