Las comendadoras reestrenan iglesia - Alfa y Omega

Las comendadoras reestrenan iglesia

El corazón del convento de esta congregación religiosa en Madrid luce ya en todo su esplendor; entre otras cosas, se han recuperado los colores originales

Begoña Aragoneses
El antes y el después de la iglesia de Santiago el Mayor, que es bien de interés cultural
El antes y el después de la iglesia de Santiago el Mayor, que es bien de interés cultural. Foto: Estudio de Diseño EG.

A las 9:47 horas del 12 de agosto de 2007, un terremoto de magnitud 5,1 con epicentro en Pedro Muñoz (Ciudad Real) provocó la ruptura de parte del ábside de la iglesia de Santiago el Mayor, corazón del convento de las Comendadoras de Santiago, en las estribaciones del barrio de Malasaña (Madrid). «Se abrió entera la pared, tras el cuadro de Luca Giordano», recuerda para Alfa y Omega Emanuela Gambini. La reconocida arquitecta, que terminó, entre otros, la catedral de la Almudena, llevaba desde el año 2000 ejecutando el plan directivo de restauración del conjunto monumental de las comendadoras, que incluía el convento en sus cuatro manzanas y la iglesia. El entonces director general de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, el actual alcalde de la Villa, José Luis Martínez-Almeida, «puso mucho interés» en el suceso y ordenó «que se actuase inmediatamente porque se veía comprometida toda la iglesia». Así, entre 2008 y 2010 se hizo la primera consolidación de la cúpula —los vecinos del barrio aún recuerdan cuando estaba llena de grietas—, que se tuvo que paralizar por falta de dinero. En 2020 y con un impulso económico de 4,3 millones a cargo del otrora Ministerio de Fomento ­—hoy de Transportes y Movilidad Sostenible—, se reanudó la restauración monumental, cuyos trabajos ya culminados fueron inaugurados la semana pasada con una Misa presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Dos aspectos recién estrenados de este templo de 1650, obra de los arquitectos Manuel y José del Olmo, llaman poderosamente la atención por su belleza: el suelo y los colores de las paredes. Y son precisamente estos los que Gambini destaca cuando le preguntamos por las niñas de sus ojos del proyecto. «Lo más importante ha sido recuperar los colores originales de la propia iglesia», el verde aguamarina-manzana, «muy propio de la época», y el blanco manchado. Para ello, el equipo de trabajo —que incluía a conservadores, ingenieros, arqueólogos…— hizo entre 30 y 40 cotas de exploración hasta llegar a la capa base. Un análisis de su pigmentación permitió reproducir con exactitud el color original.

La otra intervención de calado, además de la cúpula, ha sido «abrir los ventanales que estaban tapiados», además de recuperar dos: uno sobre el altar, que se había anulado «con una especie de escudo», y otro que daba a una terraza, en la que durante la Guerra Civil, cuando el convento se transformó en checa, metieron un columbario para palomas mensajeras.

Talla de Santiago sedente y sonriente que se puede ver en la iglesia
Talla de Santiago sedente y sonriente que se puede ver en la iglesia. Foto: Begoña Aragoneses.

Sobre el suelo, la arquitecta afirma, orgullosa, «eso sí es proyecto mío». Porque, aunque su objetivo como restauradora de monumentos es «respetar y rescatar lo máximo de lo original», el pavimento primigenio de la iglesia «tuvo que ser seguramente de barro cocido». Con los años se recubrió de madera de pino, «muy buena» pero que ya estaba muy gastada. Gambino, sin embargo, no ha vuelto al barro porque «es difícil de mantener y se deteriora mucho». Así pues, se decantó por el mármol, con un dibujo que reproduce, a modo de espejo, «lo que se ve arriba». Usó como mármol base el «portor», negro con vetas doradas, «muy difícil de conseguir». En él fue enmarcando los otros, el verde serpentina y los claros, según los colores y formas de cúpula, linterna, pechinas.

Las madres comendadoras se han dedicado durante este tiempo a restaurar, por su parte, los adornos, los altares y las tallas que hay en la iglesia, así como los estandartes de las batallas ganadas por los Caballeros de Santiago —su contraparte masculina— a lo largo de la historia, y que cuelgan de las cúpulas: Cuenca (1177), Medina Sidonia (1253), Tarifa (1292), Ayamonte (1324) o Granada (1492). Les queda trabajo, pero lo que hay luce ya vistoso. Como la imagen de Santiago, sedente y sonriente, nada convencional. «Tú te ríes, pero yo no —le decía con toda confianza una comendadora no hace mucho—, ¡mándame más monjitas!».

Casa de oración
El cardenal durante la Misa

«Que la iglesia sea lugar de oración y en ella se dé gloria a la Santísima Trinidad». Es el deseo de la madre Rosario, actual comendadora mayor del convento: que el que acuda al templo «tenga una mirada para el Santísimo y para Santiago y que el apóstol multiplique la vida de fe y florezca la España católica y mariana». La religiosa expresaba así el deseo ya manifestado por el cardenal Cobo en la Misa de inauguración del templo. «Nuestros templos no son museos, nuestras iglesias no son colecciones de arte por las que pasa la gente, sino que quieren pasar por la gente», dijo. Y añadió: «Venimos a un templo muy bonito», pero «cada templo nos recuerda que nosotros somos templo de Dios». «Reabrir hoy un templo» es afirmar que «el fundamento es Jesucristo, y en Él estamos seguros». Se reabren las puertas de una iglesia, y ante esto, explicó el cardenal Cobo, «abramos lo que está cerrado e invitemos a los más posibles a que se encuentren con Jesucristo».

Quiso agradecer también el arzobispo la presencia orante de las comendadoras durante tantos siglos en el corazón de Madrid y «el valor de la vida ofrecida al Señor por toda la Iglesia». Una presencia que continuará porque, además, queda por rehabilitar parte del convento. El futuro inmediato, previsto para primavera, será dedicar espacios como albergue jacobeo de peregrinos.