«La universidad es el templo donde el conocimiento se libra de límites estrechos»
En su último evento en una universidad católica de Budapest, Francisco ha reflexionado sobre el riesgo de que la técnica regule todo y domine la vida
El último gran evento del Papa de esta segunda visita apostólica a Hungría ha sido el encuentro con el mundo de la cultura, la enseñanza y la investigación. Se ha desarrollado en la Universidad Católica Péter Pázmány, en concreto, en la Facultad de Informática y Ciencias Biónicas, un centro puntero que combina los estudios de ingeniería con los de biología molecular. Tras el saludo del rector, un profesor y una estudiante han ofrecido su testimonio a Francisco. El profesor pertenece al Instituto de arqueología del centro y ha explicado al Papa que desde esta institución están ayudando a preservar el patrimonio cristiano de Oriente Medio, especialmente en Siria, mediante becas para estudiantes y trabajando sobre el terreno para que no se pierdan las raíces cristianas.
El riesgo de que la técnica regule todo y domine la vida
Francisco ha pronunciado un denso discurso en el que ha analizado las bondades y peligros del progreso tecnológico y la misión de la cultura. Usando una reflexión del intelectual Romano Guardini, el Papa ha explicado que la intención de su discurso no es demonizar la técnica, que tantos beneficios ha traído para la vida humana, sino advertir del riesgo de que la técnica regule todo y domine la vida. El propio Guardini planteaba unas preguntas que ha repetido Francisco para invitar a la reflexión: «Y dejaba a las futuras generaciones una pregunta inquietante: “¿Qué va a ser de la vida si se deja someter por este orden de cosas? […] ¿Qué será de la vida […] si se somete a los imperativos despóticos de la técnica? Un sistema mecanicista se cierne sobre la vida […]. ¿Puede la vida permanecer floreciente en medio de este sistema?”».
El Papa, como Guardini, se ha preguntado si «la vida puede permanecer floreciente» en estas circunstancias. Él mismo ha respondido con algunos ejemplos de que la humanidad está muy cerca de los límites: «Pensemos en la crisis ecológica, en la naturaleza que está reaccionando al uso instrumental que le hemos dado. Pensemos en la falta de límites, en la lógica del “se puede hacer, por tanto, es lícito”. Pensemos también en la voluntad de poner en el centro de todo no a la persona y sus relaciones, sino al individuo centrado en sus propias necesidades, ávido por acumular y voraz por aferrar la realidad. Y, en consecuencia, pensemos en la erosión de los vínculos comunitarios, por la que la soledad y el miedo, de condiciones existenciales, parecen transformarse en condiciones sociales».
«Individuos aislados, muy “de redes sociales” y poco sociales»
Esa soledad ha producido «individuos aislados, muy “de redes sociales” y poco sociales» que recurren «a los consuelos de la técnica para llenar el vacío que experimentan, corriendo de manera aún más frenética mientras, esclavos de un capitalismo salvaje, sienten de manera aún más dolorosa las propias debilidades, en una sociedad donde la velocidad exterior va a la par de la fragilidad interior».
Pero el Papa no ha querido ahondar en el pesimismo. Ha explicado que con su análisis algo sombrío deseaba poner de relieve el papel de la cultura y la universidad como remedio a estos males: «La universidad es el “templo” donde el conocimiento está llamado a liberarse de los límites estrechos del tener y del poseer para convertirse en cultura, es decir, en “cultivo” del hombre y de sus relaciones fundamentales: con el trascendente, con la sociedad, con la historia, con la creación».
En cuanto a la cultura, Francisco ha recordado que los grandes intelectuales son humildes y que la cultura «ahonda en la contemplación y moldea personas que no están a merced de las modas del momento, sino bien arraigadas en la realidad de las cosas». Quien ama la cultura «busca, interroga, arriesga y explora; sabe salir de sus propias certezas para aventurarse con humildad en el misterio de la vida, que se armoniza con la inquietud, no con la costumbre; que se abre a las otras culturas y advierte la necesidad de compartir el saber».
«La verdad los hará libres»
Francisco también ha hablado de cómo la cultura nos acompaña en el conocimiento de nosotros mismos y lo ha hecho a través de la expresión «conócete a ti mismo»: «Quiere decir saber reconocer los propios límites y, en consecuencia, frenar la propia presunción de autosuficiencia». Al reconocernos criaturas, nos volvemos creativos, ha dicho Francisco que ha contrapuesto esta actitud a la del pensamiento tecnocrático, «que persigue un progreso que no admite límites».
Por último, ha reflexionado sobre la verdad a partir de la frase de Cristo, «la verdad los hará libres». Y ha rememorado la historia de Hungría que «ha visto subseguirse ideologías que se imponían como verdad, pero no daban libertad». El Papa ha advertido de que hoy en día la libertad sigue amenazada, aunque de otra forma, a través del consumismo.
«Qué fácil es pasar de los límites impuestos al pensar, como en el comunismo, al pensarse sin límites, como en el consumismo; de una libertad frenada a una libertad sin frenos. Jesús, en cambio, nos ofrece una salida, diciendo que la verdad es todo aquello que libera al hombre de sus dependencias y de sus cerrazones», ha indicado. «La clave para acceder a esta verdad es un conocimiento que nunca se desvincula del amor, relacional, humilde y abierto, concreto y comunitario, valiente y constructivo», ha concluido Francisco que ha añadido que esta es la misión a la que están llamadas las universidades.