Una de las dos Españas ha de helarnos el corazón televisivo. Parafraseando los célebres versos de Antonio Machado, el prime time ha vuelto por sus fueros y ha provocado una batalla de audiencias que se ha intentado vender como los dos modelos de las clásicas dos Españas. O eres de Broncano o eres de Motos. O ves La revuelta en La Primera o El hormiguero en Antena 3. Todo típica y estereotipadamente español, como si del cuadro goyesco de los garrotazos se tratara. En realidad, la tormenta perfecta se desata cuando la pública le hace una oferta a David Broncano de esas que no se pueden resistir y, en una suerte de OPA hostil, se lleva La resistencia de Movistar Plus+ a La Primera. Cambia el título, por obligación, y poco más, para tratar de mantener el inconfundible sello Broncano y con él atraer a un público joven que hace años que, directamente, no ve la televisión.
Seguro que, aunque no hayan visto nunca La revuelta, están al tanto de la bronca que día sí y día también se genera alrededor de Broncano. Es inevitable acordarnos de aquel presidente diciéndole a aquel periodista que un poco de lío siempre le viene bien al poder. Broncano pone un sofá, un invitado estrella, un poquito de música y efectos, una calculada irreverencia y un público entregado a la causa. Algo así como la pretensión de dar pan fresco y Circo del Sol para mandar de paso el mensaje, a veces directo, a los que no han salido todavía de la caverna de Pablo Motos, que en el imaginario de los seguidores de Broncano ofrece pan rancio y circo con animales. Le reconozco a Broncano una enorme habilidad para haber dado con la fórmula del éxito. Le vamos a tener hasta en la sopa y en las uvas de fin de año. A mis hijos les hace gracia, pero no lo ven. A mí, sin embargo, no me hace tanta y, sin embargo, como hago con El hormiguero, lo veo de vez en cuando, por aquello de estar en «la conversación social». La revuelta se emite de lunes a jueves, a partir de las 21:40 horas en La Primera de TVE. Voy a sonar boomer, pero a esa misma hora, en La 2, echan Cifras y letras. No les digo más.