Cifras y letras. Contantes y sonantes - Alfa y Omega

Cifras y letras. Contantes y sonantes

Isidro Catela
Aitor Albizu (en el centro) junto a los profesores David Calle y Elena Herraiz
Aitor Albizu (en el centro) junto a los profesores David Calle y Elena Herraiz. Foto: RTVE.

Enhebrar letras, casar números y sacarle brillo a la televisión pública. Ya anunciamos que con el año nuevo, TVE traía nuevas cifras y letras que echarnos a la pantalla. Los mayores recordarán con nostalgia aquel programa que se emitió entre 1991 y 1996, conducido por Elisenda Roca y que luego se reprodujo en algunas cadenas autonómicas. Había lápiz y papel donde ahora hay tabletas que no vemos. Por lo demás, el formato es el mismo y los contenidos, muy parecidos. Está presentado por Aitor Albizu, que —por su buen hacer— empieza a ser la sal de muchos platos televisivos y cuenta con los profesores Elena Herraiz, en las letras, y David Calle, en las cifras, que comparten mesa con los concursantes.

El mítico concurso ha vuelto en breves dosis para alegrarnos media hora diaria, de lunes a jueves, aunque en esta ocasión han apostado por una franja horaria diferente (el prime time nocturno, puesto que se emite a las 21:30 horas), por aquello de no hacerse la competencia a sí mismo en la franja de la sobremesa, copada y bien copada por Saber y ganar y los clásicos documentales de fauna y flora.

El programa se divide en tres partes por las que pasan dos concursantes. El que gana se queda como campeón para el programa siguiente y opta al final de cada entrega al bote acumulado. Varían algunas pruebas de la segunda parte, en la que los concursantes se baten en duelo. Pero, en lo fundamental, se sigue tratando de componer la palabra más larga con las letras que te han caído en suerte y de conseguir aproximarte lo más posible, o incluso dar con el número exacto, combinando las cifras que te toquen. Sencillo, agradecido, sin estridencias y con la posibilidad de jugar en casa. Ojalá que estas nuevas Cifras y letras sean también ocasión para jugar en familia. Aunque empieza a ser una quimera que haya más de una persona sentada ante la misma pantalla.