La revolución laica y sinodal del Papa Francisco
Muchos de los cambios que aparecen en la constitución apostólica Praedicate Evangelium ya son un hecho, pero incluirlos en este texto cambiará las prácticas arraigadas de la organización de toda la Iglesia universal. La revolución del Papa está aquí
La nueva constitución apostólica del Vaticano, Praedicate Evangelium, marca la reforma de la burocracia vaticana. Ha precisado nueve años de consultas, análisis y revisión de borradores. Con ella, la Curia romana será un organismo descentralizado, que conectará al Papa con las iglesias locales, a través del traspaso de algunas competencias a las conferencias episcopales. Tendrá un perfil menos clerical, más internacional y profesional, y concentrará la mayor parte de sus energías en la tarea de la evangelización.
Al Vaticano le preocupa el avance de sociedades cada vez más secularizadas que viven de espaldas a Jesucristo. Por eso su prioridad ya no es preservar la ortodoxia de la doctrina, sino comunicar el Evangelio a todo el mundo. El principal dicasterio de la Santa Sede será el de la Evangelización, que estará directamente presidido por el Papa. Será el organismo encargado de preparar el Jubileo de 2025. Francisco apuesta por una Curia en misión, como evidencia el orden de los dicasterios. En la antigua constitución del Vaticano, el primero –siempre después de la Secretaría de Estado– era el de Doctrina de la Fe.
Entre los principios generales de la constitución apostólica Praedicate Evangelium se especifica que «todos», tanto laicos como laicas, pueden ser designados para llevar a cabo funciones de gobierno y responsabilidad en la Curia romana. Hasta ahora, solo los cardenales integraban los puestos de dirección de los dicasterios, si bien esto ya había cambiado en el departamento que se ocupa de la Comunicación. Cualquier bautizado podrá asumir un alto cargo en la Iglesia sin necesidad de tener órdenes sagradas. Eso sí, deberá contar con las competencias requeridas para el puesto. Además, los laicos también podrán tener un peso específico en los nombramientos de los obispos en sus diócesis.
El artículo 78 de la constitución apostólica establece que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe asume bajo su competencia a la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, que tiene como misión asesorar y aconsejar al Papa y proponer las iniciativas más oportunas para la tutela de los menores y las personas vulnerables. Esto refuerza el organismo que preside el arzobispo de Boston, cardenal Seán Patrick O’Malley, que tendrá acceso directo al Pontífice y contará con su supervisión directa para garantizar que la Iglesia sea un lugar seguro para todos.
El Papa limita a cinco años los mandatos de los superiores o jefes de dicasterios. Una medida que ya se puso en práctica en diciembre cuando aceptó la renuncia del cardenal Peter Turkson como prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI). En un intento por mejorar las competencias y la reputación de los funcionarios del Vaticano, la nueva constitución apostólica exige «profesionalidad» y una «integridad» intachable.
La Curia romana ya no estará únicamente al servicio del Papa, sino que pasa a estarlo de todas las diócesis –no solo para comprobar su funcionamiento–. La Secretaría de Estado, que Pablo VI puso como el corazón de la Curia, ahora deja de tener ese rol. El texto ahonda en la necesidad de crear mecanismos de colaboración y trabajo en red entre los dicasterios. La realidad es que en este momento muchas veces no hay comunicación entre los entes de la Curia, lo que obstaculiza su eficacia. La descentralización también es clave en la reforma. El objetivo es que decisiones que hasta la fecha correspondían al Vaticano puedan ser asumidas por los obispos locales y por las conferencias episcopales, siempre, claro está, sin arrinconar el magisterio del Papa y sin romper la comunión de la Iglesia universal.
La nueva constitución apostólica reduce el número de dicasterios, uniendo aquellos cuya finalidad era muy similar. Este aspecto no es una novedad. En agosto de 2016, el Papa instituyó el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que englobó las competencias que antes desarrollaban los consejos pontificios de Justicia y Paz, «Cor Unum», para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y para la Pastoral de la Salud; y creó el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que aunó las competencias de los anteriores Pontificio Consejo para la Familia y Pontificio Consejo para los Laicos. Además, se dará voz al mayor número de personas posible, ya sean religiosos o laicos, para que no se abuse del autoritarismo en las estructuras de gobierno.
Ante los casos que han evidenciado una mala gestión de los fondos del Vaticano, la Secretaría de Economía asume una función central en su control. Esto ya era un hecho práctico. El objetivo es garantizar que se destinen fundamentalmente a la misión esencial de la Iglesia e impedir operaciones de riesgo que han dado numerosos quebraderos de cabeza en el pasado. Nace además el nuevo Dicasterio para el Servicio de la Caridad (Limosnería Apostólica), que contará con fondos propios.