El Vaticano aclara que no todos los dicasterios pueden ser presididos por laicos - Alfa y Omega

El Vaticano aclara que no todos los dicasterios pueden ser presididos por laicos

Durante la presentación de la constitución apostólica que reforma la Curia Romana, el profesor Ghirlanda señala que en algunos organismos se necesitan ministros ordenados

Redacción
Presentación de la nueva constitución apostólica que reforma la Curia Romana. Foto: CNS / Paul Haring.

La Constitución Apostólica Praedicate evangelium, firmada el pasado 19 de marzo por el Papa, abre la Curia a los laicos, aunque no todas las instituciones son aptas para ellos. Así lo ha puesto de manifiesto el profesor emérito de la Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana, Gianfranco Ghirlanda, junto con el cardenal Marcello Semeraro, actual prefecto de las Causas de Santos pero durante siete años secretario del Consejo de Cardenales, y el actual secretario del Consejo de Cardenales, Marco Mellino.

«Hay dicasterios donde es apropiado tener laicos en la cima, por ejemplo Laicos, Familia y Vida, en otros quizás menos», ha explicado Ghirlanda, que precisa que la nueva ley básica de la Curia «no deroga el derecho canónico, porque el derecho canónico también establece que los clérigos deben decidir en asuntos que afectan al clero», informa Europa Press.

En este sentido, ha apuntado los dicasterios de obispos, sacerdotes y culto como ejemplos de autoridades curiales que necesariamente necesitan ministros ordenados a la cabeza. En todo caso, ha incidido en que la nueva constitución apostólica deja claro que «los laicos tienen el mismo poder vicario que las personas consagradas».

«La potestad vicaria para ejercer un oficio es la misma si se recibe de un obispo, de un presbítero, de una persona consagrada o de un laico», ha recalcado.

Según el artículo 15 de la nueva constitución «incluso los laicos pueden llevar a cabo tales asuntos, ejerciendo la potestad ordinaria vicaria de gobierno recibida del Romano Pontífice con la concesión del oficio». «La igualdad fundamental entre todos los bautizados, aunque sea en diferenciación y complementariedad, es el fundamento de la sinodalidad», ha añadido.

«La opción de poner laicos al frente de un dicasterio es también una opción dictada por el Concilio Vaticano II», ha manifestado Semeraro. «El laico o no es nombrado por la competencia particular de ese dicasterio –ha añadido Mellino–. No es algo que haga clic automáticamente».

Luchas contra los abusos

Por otro lado, Ghirlanda ha destacado la importancia de la inclusión de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores dentro de Doctrina de la Fe: «Muestra una atención particular a esta cuestión e indica que la Iglesia está actuando para prevenir que delitos tan graves sigan siendo perpetrados por clérigos».

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos ha precisado que el proceso de reforma no concluye con la promulgación de la constitución. Así, ha señalado que el texto abre nuevos caminos para el futuro en el sentido de que podría haber otras novedades, además de las ya introducidas: «Si hay otros cambios, los hará el Papa».

A su juicio, para Francisco la nueva Constitución va más allá que un simple cambio «estructural», ya que concibe a los miembros de la Curia como «discípulos misioneros al servicio del pueblo de Dios».«Se trata más bien de obrar de tal manera que la Iglesia, a pesar del paso del tiempo y de los cambios de la historia, conserve su transparencia respecto al designio de Dios que la hace existir y habita en él. Esto también se aplica a la Curia», ha subrayado.

En este sentido, ha comentado que lo que se llama reforma está íntimamente ligado al rostro de una Iglesia misionera en salida, como se lee en la exhortación Evangelii gaudium. De este modo, ha manifestado que el Papa pretende que «todas las comunidades trabajen eficazmente para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están». Así, ha defendido que la reforma de la Curia Romana debe interpretarse a partir del concepto de la «transformación misionera de la Iglesia» con la que comienza la exhortación.