La represión en Senegal recrudece la ruta canaria
Solo en agosto más de mil personas llegaron a El Hierro huyendo de la inestable situación senegalesa y se prevé un otoño complicado. Parroquias y fieles en Canarias se preparan para seguir atendiendo a los recién llegados
Cerca de 1.000 migrantes han llegado, durante el mes de agosto, hasta el puerto de La Restinga, al sur de la isla canaria de El Hierro. Una oleada que preocupa, porque hace prever un otoño complicado en la llamada ruta canaria: «Es el impacto de toda la represión que se está sufriendo por parte de las autoridades en Senegal», explica a Alfa y Omega Helena Maleno, periodista y defensora de los derechos humanos desde la entidad Caminando Fronteras. «Estamos preocupados por la deriva que pueda tomar Senegal. Las personas salen huyendo. También por lo que pueda pasar en el Sahel, porque muchas de esas personas salen vía Mauritania y estamos atentos a lo que sucede en esa zona. También estamos pendientes de cómo Marruecos usa a las personas migrantes como moneda de cambio en las relaciones bilaterales y geoestratégicas», analiza Maleno, que pide que el derecho a la vida sea respetado y recuerda, con dolor, cómo más de 90 migrantes murieron este verano en un cayuco que pasó más de un mes a la deriva. Partieron del norte de Dakar, la capital senegalesa. «Avisamos el 20 de julio sin conseguir ningún tipo de respuesta por parte de las autoridades, que realizaron una búsqueda mínima».
Para los que llegan a La Restinga, la población más meridional de toda España, sí hay esperanza. Mucha gente trabaja para que la tengan. Gabriel Hernández Abreu, párroco de Nuestra Señora de la Concepción en el pueblo de Valverde, explica a Alfa y Omega cómo es esta ayuda: «La aportación que nosotros podemos hacer es a nivel de ropa y alguna cuestión alimentaria esporádica, pero la gran ayuda suele darla en ese primer momento Cruz Roja».
La mayoría de estos migrantes llegados a la isla rápidamente salen para Tenerife, pero algunos menores de edad se quedan en El Hierro y se incorporan a la ayuda de Cáritas. En la parroquia también están preocupados. «Nos han alertado las autoridades. Es un momento de mareas muy extrañas y en otoño vendrán muchos más cayucos. Estamos preparándonos también psicológicamente para acogerlos», asegura Hernández Abreu. «Cada vez que nos enteramos de la llegada de un cayuco, en la parroquia lo llevamos a la oración. Luego hay gente que rápidamente se pone a disposición de ayudar en lo que haga falta», añade el párroco, que pone como ejemplo a una feligresa suya, Teresa Cotonat: «Ella va enseguida, sea a la hora que sea». Trabaja en el hospital y se entera siempre de la llegada de las pateras.
«No hago nada del otro mundo. Soy pediatra, trabajo, hago guardias y después colaboro en la llegada de los cayucos, porque viene muchísima gente e intento echar una mano». Así explica Cotonat a Alfa y Omega su labor en El Hierro, principalmente con menores que llegan a las costas. Desde el año 2006 hasta 2009 estuvo echando una mano y ahora, con la nueva oleada, lo ha retomado. En la isla todo el mundo la conoce como «la pediatra de El Hierro» y ha sido galardonada, entre otros premios, con la Cruz Sencilla de la Orden Civil de Sanidad y la Medalla de Oro de Canarias 2023.
«Es muy duro», reconoce a Alfa y Omega, pero «también es gratificante». Su trabajo no es sencillo. Van uno por uno viendo a los migrantes que han llegado en patera, hacen un primer reconocimiento y, si ven algo que llama la atención, los mandan al hospital. Si no tienen complicaciones graves, «les damos paracetamol y cremas para que se hidraten». Pero el trabajo no queda ahí. En su consulta diaria ve a muchos menores no acompañados. Allí les hace la historia clínica y un análisis más exhaustivo. Cotonat está muy preocupada por lo que pueda suceder en los próximos meses: «El hospital no está preparado si llegan muchas personas con necesidad de ser atendidas. De momento, vienen en buenas condiciones».
Desde la Iglesia española también hay gran preocupación, aunque como explica Xabier Gómez, OP, director del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, sí que están preparados. «La Iglesia siempre está dispuesta, con todos los dispositivos que tiene a su alcance, para trabajar en la subsidiariedad», explica a Alfa y Omega, «pero a quien corresponde la primera acogida, la primera atención humanitaria y velar por el respeto a las leyes internacionales y a la acogida de refugiados e inmigrantes es al Estado y a la Administración pública».
«Vemos con preocupación que pueda haber de nuevo una mayor presión en las diócesis de frontera. Tenemos que seguir insistiendo en la coordinación de la Administración para facilitar el tránsito de personas desde las Canarias a la península y a otras zonas de Europa. Y también fomentar los corredores de hospitalidad entre las distintas diócesis», añade Gómez ante un otoño que, en tema de migraciones, se prevé complicado.