La parroquia sin templo que ayuda con microcréditos - Alfa y Omega

La parroquia sin templo que ayuda con microcréditos

Santa María de Nazaret, en Madrid, ha ayudado a 15 personas a través de un programa que, además de fondos, ofrece acompañamiento

Fran Otero
Angie Giraldo es uno de los 15 beneficiarios de este programa, que nació hace apenas un año. Foto cedida por Angie Giraldo

Santa María de Nazaret es una parroquia joven y todavía sin templo en uno de los barrios nuevos de Madrid, el Ensanche de Vallecas. Esto no es impedimento para que tenga un gran dinamismo tanto a nivel pastoral como social. Esta última dimensión, de hecho, se ha visto potenciada durante la pandemia con varios proyectos novedosos, entre ellos, uno de microcréditos que está dando muy buenos resultados. A punto de cumplir un año, ya se han beneficiado 15 personas.

Fue una intuición de su párroco, Fulgencio Espa, que vio cómo las llamadas pidiendo ayuda aumentaban durante el confinamiento. Personas que no podían pagar el alquiler de su casa o del local comercial de su negocio, ERTE, desempleo… En definitiva, personas con un problema económico puntual, sin posibilidades de acceder a crédito de las entidades financieras, y que necesitaban una mano para superar el bache. El empujón fue el programa de microcréditos, que se montó en la parroquia con la ayuda de Cáritas Diocesana de Madrid, que puso 20.000 euros a fondo perdido.

Así, desde Santa María de Nazaret, un equipo de voluntarios, liderado por Aquilino Antuña y Beatriz Calvo, hace funcionar esta iniciativa. En ella confluyen dos objetivos: prestar dinero a personas a las que nadie prestaría y, junto a ello, ofrecer un acompañamiento, que se puede materializar en la ayuda con gestiones, en la elaboración de un currículum, en la búsqueda de empleo o la preparación de una entrevista de trabajo. De ello se encargan los voluntarios asesores, a los que se asigna dos o tres beneficiarios. «El ánimo no es vigilar ni auditar, sino acompañar. Por ejemplo, uno de los chicos había hecho varias entrevistas para mozo de almacén de Amazon y nunca lo seleccionaban. No sentamos con él para analizar qué pasaba, qué respondía en las preguntas…», explica Antuña.

La casuística de los beneficiarios es diversa. Los hay que han pedido dinero para comprar una bicicleta eléctrica para trabajar en una plataforma de reparto; para sobrevivir unos meses –el caso de una mujer venezolana– hasta homologar el título de Medicina y poder trabajar, o mientras no cobraban el ERTE.

Angie Giraldo, colombiana de 26 años que lleva dos y medio en España, es beneficiaria. Es habitual de la parroquia, de la Eucaristía y del grupo de jóvenes. Pidió dinero para cancelar un crédito que tenía en su país a un interés altísimo y que estaba limitando su capacidad económica en España. De este modo, ha dejado de pagar intereses –el que le ofrece la parroquia no tiene–, y cuenta con más recursos para pagar, entre otras cosas, sus estudios universitarios, pues está haciendo Administración y Dirección de Empresas a distancia. «Me dieron una oportunidad, me abrieron una puerta y ahora me acompañan en mi camino para terminar la universidad y buscar un nuevo trabajo», explica a Alfa y Omega. Ahora mismo trabaja en el sector de la limpieza y el cuidado de niños.

Para Aquilino Antuña, este tipo de iniciativas son una alternativa a las ayudas a fondo perdido que, afirma, «a veces son un poco adictivas». «En este caso, como hay que devolverlas, la persona debe construir su vida de forma sostenible», añade.

Las facilidades pasan por microcréditos sin intereses entre 700 y 2.000 euros, con un periodo de carencia de seis meses y a pagar en doce, aunque si se retrasan en alguna cuota o pagan menos no se tiene en cuenta. Lo importante es devolverlo. Eso sí, calculan que, con un 10 % de morosidad, los 20.000 euros aportados por Cáritas –está dispuesta a poner más– durarán diez años.