La pandemia deja en Madrid 370.000 personas más en situación de exclusión social
El último Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social de la Fundación FOESSA recoge un crecimiento de las desigualdades en la región
La crisis social y económica provocada por la crisis sanitaria de la COVID-19 ha ensanchado la exclusión social en la Comunidad de Madrid. También ha agrandado las desigualdades sociales en un porcentaje superior a la crisis de 2008 y ha evidenciado nuevas brechas, como la digital. Son algunas de las conclusiones del último Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social, elaborado por la Fundación FOESSA y presentado por Cáritas este miércoles, 16 de marzo, en la sede de Cáritas Diocesana de Madrid.
Los datos reflejan que 1,5 millones de personas (el 22,3 %) viven en situación de exclusión social en la región de Madrid, lo que supone 370.000 más que antes de la pandemia (en datos porcentuales, un 5 % más). El coordinador del informe, Raúl Flores, ha equiparado durante su intervención los efectos de esta crisis al «desastre del Titanic». «Navegábamos con una sensación de invulnerabilidad», ha dicho, pero la pandemia nos ha situado ante un «shock sin precedentes», donde las personas más vulnerables, como los pasajeros de segunda y tercera clase del trasatlántico hundido, «han cargado con las peores consecuencias».
El informe, la primera radiografía social concreta sobre la crisis de la COVID-19, apunta además al aumento del 25 % de la exclusión severa: hay actualmente 813.000 personas en esta situación en Madrid. Una exclusión, ha matizado Flores, que trasciende la pobreza económica al incluir otros problemas que dificultan la integración plena de las familias en la sociedad, como son educativos, de salud, de acceso a la vivienda, de soledad, de aislamiento… Y digitales, como el apagón que sufre la mitad de los hogares en exclusión y que afecta especialmente a personas solas, mayores de 65 años y con menor nivel de estudios. Esto supone, entre otras, una pérdida de oportunidades laborales.
Precisamente la precariedad laboral ha sido uno de los efectos más evidentes y devastadores de la crisis de la pandemia. Junto a un empeoramiento de las condiciones de trabajo, con personas obligadas a trabajar solo la mitad de la jornada o sometidas a la temporalidad, se constata las cada vez barreras más altas que los desempleados se encuentran para acceder al mercado laboral. Se tiende, ha señalado el coordinador del informe, a «la cronificación del desempleo». En cuanto a la situación económica, se detecta una reducción de las rentas en un 22 % entre las personas más pobres, frente al aumento de un 18 % en el caso de las personas con mayores ingresos.
Mujer, extranjero y con hijos
Los hogares más afectados por la exclusión social son aquellos sustentados por mujeres, con una incidencia del 23 %, y sobre todo si son familias monoparentales, en los que la incidencia sube al 33 %, especialmente intensa en mujeres menores de 45 años. Se suman aquellos con menores, en los que la tasa de exclusión se triplica, alcanzando a cuatro de cada diez familias numerosas. Ante esto, Flores ha afirmado que «en Madrid está penalizado el hecho de tener hijos», como también ser extranjero, que «sigue siendo una gran desventaja» puesto que la exclusión en hogares sustentados por personas de nacionalidad extranjera es del 51 % frente al 17 % de los hogares encabezados por personas españolas.
El informe FOESSA evidencia también cómo 300.000 hogares en la Comunidad de Madrid han dejado de comprar medicinas, prótesis o seguir tratamientos por problemas económicos. En este punto, el 38 % de los ciudadanos aseguran que su estado de ánimo es peor que antes de la pandemia, y en un 14 % de los hogares madrileños hay alguna persona con un trastorno de salud mental diagnosticado. Además, se han agravado en un 200 % los problemas relacionales con familiares y vecinos. Las situaciones que más han aumentado en este sentido han sido los malos tratos, las malas relaciones dentro del hogar y los embarazos adolescentes.
Retos de futuro
A pesar de todo esto, Raúl Flores ha querido dejar claro que «la inmensa mayoría de las familias que acompañamos [desde Cáritas], se levantan cada mañana con iniciativa y fuerza para salir adelante». De hecho, siete de cada diez se encuentran inmersas en dinámicas de búsqueda de trabajo o formación para el empleo. Así le sucede a Isamar, una mujer joven con dos hijos de 5 y 6 años que ha querido compartir su testimonio. En marzo de 2020 entró en un ERTE que no empezó a cobrar hasta agosto, pero «gracias a Cáritas puedo decir que salimos adelante». Desde entonces, ha ido alternando períodos empleada con otros en paro porque no es fácil para ella encontrar algo que pueda compatibilizar con el cuidado de sus hijos. «Me encantaría tener unas condiciones de vida para mí y mis hijos como las de cualquier ciudadano, y valerme por mí misma». Isamar no pierde la esperanza, como tampoco la perdió Manuel, que gracias a una formación de Cáritas en pescadería y carnicería pudo encontrar un empleo, y ahora tiene un contrato indefinido.
El reto ante esta crisis, a la que suma en la actualidad el incremento de los precios de la energía y los combustibles, pasa por convertir las medidas provisionales en estructurales. El escudo social puesto en marcha por las administraciones públicas, reconoce Flores, «no ha sido suficiente para los grupos más vulnerables». De hecho, como ha abundado Luis Hernández Vozmediano, director de Cáritas Diocesana de Madrid, solo dos de cada diez personas han podido acceder al ingreso iínimo vital. «Necesitamos –ha pedido– que las medidas provisionales en casos de salud, vivienda y protección social se transformen en medidas estructurales para que la exclusión social no se cronifique».
Además de Raúl Flores y Luis Hernández Vozmediano, en el acto han participado Pilar Algarate, secretaria general de Cáritas Diocesana de Madrid; Enrique Carrero, director diocesano de Cáritas Getafe, y Ricardo Ballesteros, director diocesano de Cáritas Alcalá.