«La misión compartida no es solo un reparto de tareas» - Alfa y Omega

«La misión compartida no es solo un reparto de tareas»

CONFER organiza este sábado el IV Encuentro de Laicos y Religiosos en Misión Compartida para animar y ayudar a las congregaciones que no lo han hecho todavía a dar más protagonismo a los laicos en su misión. Algunas como La Salle, Jesús-María o los Escolapios llevan ya mucho camino recorrido

Fran Otero
Esther, en el centro de la imagen, junto a sus hijos y dos de los religiosos con los que, junto a su marido, Santiago Casanova, forma una comunidad en Salamanca. Retratados en Zamora. Foto: Santiago Casanova

Si ha empezado a leer este texto, quizá lo haya hecho movido por la curiosidad de saber qué es eso de la misión compartida, muy en boga en los últimos años. O se acerque porque comparte el carisma de un instituto religioso y quiere saber cómo profundizar en él. O porque lleva años poniéndola en práctica en una familia carismática y ya está familiarizado con ella, es decir, forma parte de su vida. Si hubiera que resumir en pocas palabras lo que significa misión compartida podría decirse que es una realidad que se da fundamentalmente en el seno de congregaciones en las que religiosos y laicos trabajan juntos bajo el mismo carisma. En España, en los últimos años, de la mano de CONFER y la coordinación de su antiguo presidente el jesuita Elías Royón, que lanzó esta propuesta, se viene apostando fuerte por esta realidad que no hace sino cumplir el mandato del Concilio Vaticano II sobre el papel del laicado.

Royón, hoy vicario episcopal para la Vida Consagrada del Arzobispado de Madrid, explica que en nuestro país son ya numerosas las familias carismáticas que tiene un largo camino recorrido, «que comparten carisma, espiritualidad, gestión, responsabilidad, toma de decisiones… En definitiva, misión».

Compartir misión y techo

Un ejemplo de ello son los escolapios, concretamente de la provincia de Betania, que ocupa el territorio que recorre la diagonal desde La Coruña hasta Alicante. Casi en el ecuador de esta línea imaginaria se encuentra Salamanca y allí está Santiago Casanova, laico, casado y con tres hijos. Él, Esther y sus retoños dejaron en agosto de 2015 su vida en Madrid para vivir en comunidad con otros cinco religiosos en el colegio de la capital salmantina; una experiencia pionera que surgió del capítulo que la congregación celebró aquel año. Aunque religiosos y familia tienen sus espacios bien delimitados, pues cada uno tiene sus propias dinámicas, comparten comidas, cenas, oración, Misas, ocio… «La experiencia acaba de nacer –explica Casanova, que renunció a su trabajo en una multinacional para dedicarse a su vocación como laico calasancio– y hay que hacer un camino. Lo vivido hasta ahora tiene que ver con unos laicos que llegan a una comunidad de religiosos que tienen sus horarios, costumbres… Creo que hay que construir algo nuevo, pues la dinámica familiar requiere otras cosas. Es un camino que hay que recorrer con paciencia y nadie lo ha hecho hasta ahora». Para Casanova, vivir la misión a la que uno se siente llamado de esta manera es un privilegio: «Es más intensa, se lleva en comunidad, se comparte, se habla…».

Que Santiago y Esther –se dedican a la animación pastoral y la docencia– formen parte de esta experiencia novedosa no es ninguna «sorpresa», pues hay un recorrido detrás. Ambos llevaban desde muy pequeños vinculados a la familia escolapia a través de su educación, lazos que continuaron cuando dejaron atrás la escuela. De hecho, se conocieron en una Pascua escolapia. ¿Y los niños? «La tarde que le contamos la decisión que habíamos tomado fue intensa, pero ellos han vivido siempre este estilo de familia; saben de nuestra vinculación a las Escuelas Pías. No se lo hemos explicado, lo han vivido desde siempre».

Fidelidad al carisma

En Madrid, Jorge Botana, también laico, ejerce como cristiano desde la espiritualidad y carisma de la congregación de Jesús-María. Dirige uno de sus colegios; concretamente, el que se sitúa en la calle de Juan Bravo. Lo acoge un imponente edificio histórico, protegido, que abre una imagen de santa Claudina, la fundadora de la congregación. «Nos hemos dado cuenta de la importancia del papel de los laicos, no solo por el descenso de las vocaciones, sino porque la evangelización no es exclusiva de consagrados y sacerdotes, es de todos los cristianos. De hecho, desde el Vaticano II, los laicos participamos de la misión de la Iglesia y, en este sentido, laicos y religiosos colaboramos en esa única misión, compartimos misión», explica Botana.

En su caso, la vocación cristiana la tenía clara –había sido formado por los jesuitas–, pero no es hasta que entra como profesor en el colegio de Jesús-María cuando descubre este carisma. «Cuando llegué, mi idea no era la de estar aquí siempre, pero ahora Jesús-María es para mí un estilo de vida del que quiero formar parte y, por tanto, no es transitorio».

El camino en la misión compartida en Jesús-María comenzó hace mucho tiempo, pero queda trayecto por recorrer. Botana destaca la importancia de la formación, que no debe ser solo de conocimientos teóricos, sino que imite, de alguna manera, la formación espiritual de las religiosas. Reconoce que los seglares han ido asumiendo responsabilidades en la tarea educativa como directivos, profesores, catequistas, monitores… que desarrollan una acción docente o pastoral. «Si llegase el momento en el que no hubiese ninguna religiosa, se seguiría reconociendo que somos un colegio de Jesús-María. Porque no somos solo un centro educativo. Por eso es fundamental la fidelidad al estilo de santa Claudina», añade.

Jorge Botana no quiere terminar la conversación sin añadir que el papel de las religiosas es «insustituible» y que son ellas las que están insistiendo para que los laicos adquieran una mayor responsabilidad: «Es una convicción, no una necesidad. Aunque hubiera muchas vocaciones, ojalá fuera así, la misión compartida con los laicos ha venido para quedarse».

Arantxa Gavilán comparte carisma con Jorge, aunque ella es religiosa de Jesús-María. Cree que para la congregación la misión compartida es una realidad y, a la vez, un camino que transitar. «Necesitamos seguir dando pasos y darlos juntos. Creo que tenemos que seguir apostando por procesos de formación que, en muchos momentos, son lentos y costosos», añade. Ve, eso sí, que el espíritu de familia que caracteriza su carisma «es un elemento claramente facilitador».

Iguales en la misión

Otra de las congregaciones que llevan la delantera en la implicación de los laicos en su misión es la de La Salle. Así lo ha vivido Isabel Díez López, laica y madre de familia. Ella es antigua alumna del colegio de La Salle de Griñón, donde trabaja. Allí se enroló a los 13 años en los grupos cristianos y, con 44, sigue. En este camino con los hermanos de La Salle descubrió, desde la fe, su vocación de educadora. En su caso, su dedicación profesional va muy ligada al carisma de La Salle, pero en su grupo cristiano hay otros perfiles –directivos de banca, ingenieros…– que «sirven al Reino de Dios desde su opción». Cuenta, además, que laicos y religiosos comparten formación, experiencias de vida en comunidad e incluso toman juntos las decisiones de futuro. «Los laicos tenemos desde hace mucho tiempo voz y voto en los capítulos. De hecho, ya no se llaman así, sino Asamblea para la misión. Estamos representados laicos y religiosos al 50 %», explica.

Por poner una dificultad, Isabel reconoce que una vida de compromiso con un carisma concreto es, a veces, difícilmente conciliable con la vida familiar. «Es un punto que trabajar», explica. También lo es el del acompañamiento «para cuidar la espiritualidad y la vocación, pues no somos colaboradores que nos limitamos a hacer tareas, sino personas vocacionadas».

Igualmente vinculado a La Salle está el laico Juan García, que forma parte del equipo de animación del Sector de Madrid como responsable de Asociación y Formación. Junto a él trabajan otros religiosos y laicos, entre el provincial, delegados de educación y pastoral, un gerente y un ecónomo. «Compartir la misión no es solo repartir funciones, sino compartir la responsabilidad de una misión que es de todos», explica a este semanario. Y, por eso, añade que hoy vivimos en un «nuevo marco eclesial», el de la misión compartida o «comunión para la misión», como prefiere llamarlo, que no es más «que la misma misión, la evangelización, desde distintos estados de vida».

Todas estas experiencias y propuestas de la vida consagrada son las que llevan a Elías Royón a afirmar que la incorporación de los laicos a la tarea evangelizadora de la Iglesia «está encontrando en la misión compartida un desarrollo que falta en otros ambientes eclesiales». Aunque siempre hay un pero, y en este caso es que «resta todavía avanzar más en la formación conjunta, que algunas congregaciones disciernan la situación en que se encuentran y se animen a iniciar el proceso», mientras otras «den pasos decisivos para compartir el carisma y la espiritualidad».

El madrileño colegio de Nuestra Señora del Recuerdo acoge este sábado el IV Encuentro de Laicos y Religiosos en Misión Compartida. Las tres ediciones anteriores abordaron el papel del laicado, las experiencias y la formación. Esta se propone, en palabras de Royón, «ayudar y animar a las congregaciones que no han iniciado este proceso o que están en sus comienzos». Se trabajará en talleres y se recorrerá un itinerario en tres etapas: «En misión compartida, nos formamos juntos, para compartir una vida que, evidentemente, tiene logros y dificultades». «Volveremos a insistir en el principio y fundamento: no se pretende una gestión profesional de las instituciones de parte de los laicos, sino el desarrollo de la vocación bautismal como discípulos misioneros», concluye el jesuita.

¿Y los laicos de parroquia?

Muchos laicos viven su vocación cristiana dentro de las parroquias y es desde ellas desde donde la Acción Católica General (ACG) pretende hacer una propuesta de renovación misionera que, además, «tenga como protagonistas a los laicos», cuenta a Alfa y Omega su presidente, Antonio Muñoz Varo. De hecho, ante la celebración de su III Asamblea General, ofrecerá un espacio abierto donde laicos de parroquias de todas las diócesis, no solo los que pertenezcan a la Acción Católica, reflexionen sobre su propia vocación para construir «parroquias con actitud de salida». Será en Santiago de Compostela el próximo mes de agosto y buscará respuestas a los desafíos evangelizadores de nuestro entorno a través de varios bloques: la parroquia, los laicos, la presencia pública y, finalmente, la cohesión, para lo que se ofrece la propia ACG.

Quiere ser un espacio de reflexión, oración y celebración, en el que buscar respuestas conjuntas a los desafíos evangelizadores que nos plantea el actual contexto social. Este encuentro, junto con el Camino de Santiago que se oferta para la semana previa, pueden ser una oportunidad para afianzar lazos entre el laicado de las distintas Iglesias locales.

Cuatro años siendo más

2014: Más de un millar de laicos se dieron cita en el primer encuentro de laicos en misión compartida, impulsado desde CONFER. Se puso de manifiesto la dimensión del laicado en la evangelización.

2015: Fue un encuentro más pequeño y selectivo. Asistieron en torno al medio centenar de personas, que compartieron experiencias concretas de laicos y religiosos en una misma misión. Se habló sobre la misión, el compartir y el futuro.

2016: La jornada del año pasado se dedicó a la formación con vistas a poder acompañar mejor el caminar conjunto de laicos y religiosos. La ponencia marco corrió a cargo del jesuita Diego Molina.

2017: Este año la jornada está dirigida a congregaciones que todavía no se han puesto en marcha en la misión compartida o todavía se encuentran en etapas muy iniciales.