La JMJ más franciscana
Salvador y sus compañeros empezarán la Jornada Mundial de la Juventud visitando una residencia de ancianos. Este Gesto Misionero es ya, junto con la sensibilidad ambiental, marca de identidad de la jornada de Lisboa
Como joven portugués católico, «sería un tremendo error» no ser voluntario de la Jornada Mundial de la Juventud y «ayudar en la mayor experiencia jamás realizada en Portugal», asegura Salvador Almeida. Con 23 años, coordina un equipo de cuatro hispanoamericanos. Llegaron hace unos días a Lisboa y esta semana están formándose para atender a los peregrinos a partir del 1 de agosto.
Sin embargo, entre tanto preparativo, reservaron este 27 de julio para visitar a los 118 ancianos de la residencia de la parroquia San Vicente de Alcabideche. Es una de las 680 instituciones a las que están acudiendo los 26.000 voluntarios dentro de una iniciativa pionera bautizada como Gesto Misionero. «El Papa Francisco ha repetido muchas veces que la JMJ no es solo para los jóvenes o los católicos, que todos están invitados», explica Marta Eiró, su coordinadora. Por eso pensaron en llevarla a «quienes no tienen la posibilidad de participar» porque están en residencias, cárceles o albergues para personas sin hogar. Una idea muy conectada con el tema de la Jornada: la visitación. «El Papa está al corriente y está entusiasmado».
También los residentes de San Vicente, que están viviendo los preparativos de la JMJ en la parroquia, «están muy emocionados» y hablan con frecuencia de la visita. «Siempre que vienen niños o jóvenes es un gran estímulo y un baño de alegría», explica Filipa Paiva, su psicóloga. Con la misma ilusión se ha preparado Salvador, que confiesa que «me impresiona el abandono de los ancianos: personas que quizá tuvieron éxito, vidas activas, familia y amigos, y nunca pensaron que acabarían solos». El plan es tener «un día de convivencia, conversación, música e intercambio» en portuñol, con algún momento de oración. Todo aderezado con galletas preparadas por los mayores. Al final de la visita, como en todas las instituciones, los voluntarios regalarán una pulsera a cada uno y se llevarán en otra sus nombres, con el compromiso de rezar unos por otros. Para Salvador, en medio de la vorágine y el cansancio que les esperan, «será un buen recordatorio de la suerte que tenemos de participar en esta experiencia, de por qué estamos aquí y de nuestro propósito de servir». Incluso después de la JMJ. Paiva subraya que «sería muy beneficioso que hubiera una presencia continua de jóvenes» en el centro. Como tanto insiste el Papa, «la sociedad necesita los beneficios del encuentro intergeneracional».
Otra de las apuestas de la jornada para abordar un tema que preocupa a Francisco —y a los jóvenes— es el intento de hacer de ella «la más sustentable hasta ahora». No «sostenible», por evitar connotaciones ideológicas, apunta Antonio Garrido Salcedo, del Movimiento Laudato Si, que colabora en este ámbito. Desde el diseño de los escenarios hasta el kit de peregrino —con una botella reutilizable—, se ha intentado paliar el impacto del viaje y la estancia de más de un millón de jóvenes. El fruto más visible es el Campo da Graça, donde tendrán lugar la vigilia y la Misa de envío. «Era una zona industrial semiabandonada donde había un vertedero». Con la JMJ se ha dado impulso a un proyecto previo para regenerarla y crear un parque urbano entre varias localidades. El saneamiento lo llevaron a cabo las instituciones públicas, pero «desde el comité organizador se les asesoró desde el punto de vista ambiental», explica Garrido. Asimismo, se han plantado ya 17.000 árboles en colaboración con la Global Tree Initiative. Y esperan que después de la JMJ vengan muchos más. De momento, la mayoría ha sido en el propio Portugal, donde «se han reforestado zonas afectadas por los incendios».
Estas iniciativas se han pensado siguiendo «la doctrina social de la Iglesia y las encíclicas Laudato si y Fratelli tutti. Se han considerado algunas recomendaciones de la Agenda 2030», pero siempre en consonancia con las críticas de la Iglesia sobre otros de sus aspectos, apunta Garrido. Obviamente, «lo principal en una JMJ es el encuentro con Dios y los valores del Reino». Dentro de los que se incluye «la importancia del ser humano» como «cumbre» de la creación, pero también como su «custodio».
1 de agosto
- 19:00 horas (local): Misa de apertura presidida por el arzobispo de Lisboa en la Colina do Encontro.
2 de agosto
- 10:00 horas: El Papa aterriza en Lisboa. En su primer día, se reúne con las autoridades y con representantes de la Iglesia local.
3 de agosto
- 9:00 horas: Encuentro con universitarios en Lisboa. Luego, en Cascais, con los jóvenes de Scholas Ocurrentes.
- 17:45 horas: Ceremonia de acogida al Santo Padre en la Colina do Encontro, dentro del parque Eduardo VII.
4 de agosto
- 9:00 horas: El Papa confiesa a algunos jóvenes. Luego se encuentra con proyectos de asistencia y caridad.
- 18:00 horas: Después de comer con algunos jóvenes, el Papa preside el vía crucis en la Colina do Encontro.
5 de agosto
- 8:50 horas: Francisco aterriza en Fátima, en cuyo santuario reza el rosario con jóvenes enfermos y reclusos.
- 20:45 horas: El Papa llega al Campo da Graça (Parque Tejo), hasta donde los jóvenes han peregrinado, para presidir la vigilia.
- 9:00 horas: Misa de envío en Campo da Graça seguida del rezo del ángelus. Se anuncia la sede de la siguiente JMJ.
- 16:30 horas: Encuentro con los voluntarios en el paseo marítimo de Algés. El Santo Padre bendice las pulseras del Gesto Misionero.