La imagen primitiva de la Almudena - Alfa y Omega

La imagen primitiva de la Almudena

Joaquín Martín Abad

Contemplamos en la catedral la imagen de Santa María la Real de la Almudena del siglo XVI. Tal cual no se vio hasta 1890, cuando el beato obispo Sancha mandó mostrarla sin los sobrevestidos porque, teniendo la Virgen los suyos tallados, cubrían su imagen con túnicas y mantos pero, a la vez, tapaban el cuerpo del Niño, desnudo, modelado así para mostrar la auténtica encarnación del Verbo, que Jesús siendo verdadero Dios es verdadero hombre.

Intriga imaginar la primitiva imagen visigoda, escondida en el muro antes del año 714, reencontrada en 1085, y que pereció en un incendio durante el reinado de Enrique IV (1454-1474). Entre la primitiva imagen y la que vemos debió sustituirla la Virgen de la Flor de Lis, sedente, que ahora está en la cripta, mandada pintar al fresco anteriormente por Alfonso VI (1072-1109).

La imagen de Santa María la Mayor, en la iglesita central del minúsculo Madrid, y que desde 1377 aparece denominada ya por escrito Santa María de la Almudena, debía representar a la Virgen sedente con el Niño en su regazo, como la de Atocha, en la ermita de los atochares distantes de la población, o la de la Vega, en otra ermita junto al río, también a distancia considerable del poblado. Y como las demás de ese mismo tiempo.

Para vislumbrar la primitiva imagen tenemos, también en la catedral, la pista más segura: el arcón en el que, desde 1213 hasta 1620, estuvo inhumado el cuerpo de san Isidro. A comienzos del siglo XIII la pintan ahí dos veces. En una, la Virgen sedente con túnica azul, manto blanco-rosáceo con vueltas rojizas lleva en la mano derecha una fruta roja, quizá una manzana; el Niño, sentado sobre su regazo, con túnica verdosa, sobre una mano extendida sostiene un redondel oscuro, como en otras imágenes del tiempo la bola del mundo, al decir de Sabiduría 8, 31: «Jugaba con la bola de la tierra»; san Isidro venera a ambos, rodilla hincada, ofreciéndoles un fruto umbroso; las caras y manos de los tres son blanquecinas. En otra, de dimensiones más pequeñas y dibujo más borroso, pero de parecidos colores y por tanto la misma imagen, la Virgen y el Niño están ante diversos personajes con vestidos de época.

Así era, pues, Santa María la Mayor, la de la Almudena.