La Iglesia se suma a la marcha por el mundo rural del 5O con sus propias propuestas
El Departamento de Ecología Integral de la CEE justifica su apoyo a la marcha porque los problemas del mundo rural tienen «una raíz común» y denuncia falsas soluciones como los «grandes emprendimientos energéticos»
El Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española anima a participar en la marcha Salvemos el mundo rural agredido. Convocada para el 5 de octubre, la protesta está avalada por más de 400 entidades. Los obispos se suman de la mano del Movimiento Rural Cristiano.
«Nuestro apoyo es mucho más que una queja», asegura en el comunicado con el que se suma a la convocatoria. «Es una exigencia de una conversión ecológica integral, en un sistema económico que prime el interés público y la satisfacción de las necesidades de todos sobre los beneficios de algunos».
Los problemas que afectan a la España vaciada, denuncia el texto, tienen una «raíz común»: «Un modelo de desarrollo económico que ha resultado ser depredador». Se «ve el territorio rural no como un hogar lleno de vida y cultura, sino como un mero almacén de recursos para explotar sin importar el coste».
De ahí nacen realidades como la falta de empleo y de acceso a los servicios públicos esenciales como educación o sanidad. Y estas alimentan «una despoblación estructural». Es, por tanto, «urgente y necesario transformar» el sistema para que «realmente sirva a las necesidades de las personas».
Falsas soluciones
Los responsables del departamento critican las soluciones propuestas hasta ahora; incluidas las «supuestamente “verdes”». Algunas de estas iniciativas «no hacen más que perpetuar el mismo sistema de sobreproducción y consumo» con «una nueva forma de especulación mientras se sigue contaminando y destruyendo». Es la lógica que está detrás, por ejemplo, de «la agroindustria o las macrogranjas, frente al pequeño agricultor y ganadero».

Por otro lado, el comunicado también se muestra crítico con los «grandes emprendimientos energéticos». Estos proyectos «pueden acabar destruyendo ecosistemas y no contribuyen a crear empleos estables»; solamente «se sustituye el modelo energético sin cambios sustanciales en los estilos de vida, sin una verdadera conversión del corazón» hacia una mayor sobriedad.
Propuestas
Los autores del texto reflexionan sobre cómo «esta resistencia al cambio real» nace de la «concepción mágica del mercado». Quienes la proponen defienden que «los beneficios económicos de unos pocos terminarán, por sí solos, resolviendo los problemas sociales y ambientales que ellos mismos generan».

Frente a estas actitudes, «reclamamos a nuestros gobernantes que abandonen el cortoplacismo y las soluciones aparentes. Demandamos políticas valientes que protejan el sector primario sostenible, que inviertan en servicios públicos dignos para el mundo rural, que frenen la especulación y que pongan la vida y el bien común por encima del beneficio de las grandes corporaciones.