La Iglesia está despierta en cada rincón de la ciudad - Alfa y Omega

La Iglesia está despierta en cada rincón de la ciudad

Quien ha visitado estos proyectos y los ha conocido de primera mano, no duda en marcar la casilla de la Renta

Alfa y Omega

En un corrillo periodístico, hace poco se tomaba el pulso a la Iglesia. ¿Está despierta o está dormida, como sostienen unos y otros? ¿Ha sido la vorágine de estos días en Roma una medida de que lo que sucede dentro de los muros vaticanos tiene implicación, no solo para los 1.400 millones de católicos de todo el mundo, sino para el orbe en general? Es posible que hayamos tomado el pulso a la institución estas últimas movidas semanas y ahora, mediáticamente, cope los prime time todavía. Pero la realidad es que la Iglesia está despierta sempiternamente en los niveles más escondidos de cada ciudad, de cada rincón donde nadie mira. Y eso lo ponemos de relieve esta semana en las páginas de Alfa y Omega, donde hacemos un repaso por tres lugares en la gran ciudad que sacan adelante familias, mujeres con niños y migrantes sin que la mano derecha sepa lo que hace la izquierda. Por eso, quien ha visitado estos proyectos y los ha conocido de primera mano, no duda en marcar la casilla de la Renta.

También manifiesta esa institución siempre alerta la ordenación de once nuevos obreros para la mies en Madrid. Todos, sin excepción, constatando que entregan su vida para gastarse y desgastarse por las almas. Esas que llaman a medianoche al sacerdote para recibir una palabra o un sacramento. Esas que están solas en una fría habitación de hospital y únicamente reciben la visita del capellán. Esas que, con tribulación, necesitan el perdón de Dios en una confesión en una hora inesperada. Once jóvenes que han elegido el camino de la entrega a Dios y a los hombres en lugar de a sí mismos.

La Iglesia está despierta en ese centro de los capuchinos donde analizan pros y contras de la nueva ley de extranjería mientras enseñan español a los chicos y les prometen que no les dejarán solos. La Iglesia está despierta porque, allá donde hay un sufrimiento humano, grande o mínimo a los ojos del resto, siempre hay una mano tendida.