La CEE responde a la petición de ayuda de los obispos cubanos
El arzobispo castrense, Juan del Río, y el secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo, representaron al episcopado español en la visita del Papa a Cuba en septiembre de 2015. Hicieron buenas migas con los obispos de la isla, que aprovecharon para pedirles ayuda en la formación de los seminaristas
La CEE y la Universidad Eclesiástica San Dámaso iniciaron en verano un proyecto para la formación de seminaristas en Cuba. Varios profesores universitarios cubanos, creyentes y no creyentes, también «se acercaron con mucho interés».
Varios sacerdotes españoles viajaron en verano a Cuba para ayudar a la formación de seminaristas. Fue el principio de una colaboración que tendrá continuidad en el tiempo. La idea surgió durante la visita del Papa a la isla en septiembre de 2015. El arzobispo castrense, Juan del Río, y el secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo, representaron al episcopado español. Hicieron buenas migas con los obispos de Cuba, que aprovecharon para pedirles ayuda en la formación de los seminaristas.
La CEE se puso en contacto con la universidad del Arzobispado de Madrid, San Dámaso, que lleva a cabo proyectos similares con otros países de África y América Latina. «Ayudar a las misiones forma parte de nuestra misión», asegura el profesor David Torrijos, uno de los que viajó a la isla. «Me pareció una oportunidad para colaborar en un momento histórico muy interesante que está viviendo Cuba y conocer la realidad de una Iglesia misionera», pese a su «falta de recursos».
La formación de los sacerdotes cubanos «necesita una renovación, porque los profesores se van haciendo mayores y por los condicionantes que ha habido en Cuba», explica Torrijos, que impartió sus clases en el santuario de la Virgen del Cobre, lugar emblemático para los católicos cubanos. «Impartí sobre todo cuestiones relacionadas con la antropología cristiana y fue muy interesante porque los chavales estaban ávidos de curar las heridas y la desorientación que provoca en los hombres la ruptura de la relación con Dios», cuenta.
Antropología para profesores
En Cuba, repartidos en dos seminarios, hay unos cien aspirantes al sacerdocio. «La mayoría de los chicos han pasado antes por la universidad –pública siempre– y no han tenido la vida fácil: la comida es muy justa, la ropa es escasa, hay malas condiciones higiénicas… Muchos han tenido que trabajar en el campo mientras estudiaban en el instituto. Son muy humildes y trabajadores, con ganas de servir a la Iglesia, entregados, buenos y generosos», asegura el sacerdote.
Y no solo fue la Iglesia la destinataria de la formación. 40 docentes de universidades y centros de Secundaria del Estado, «creyentes y no creyentes, se acercaron con mucho interés» a un curso de verano impartido por Torrijos. «Vinieron porque creen que la Iglesia tiene algo importante que decirles. Hablamos de ética, de moral, del hombre en todas sus dimensiones… Tenían mucha apertura, ganas de conocer otras perspectivas». Y eso que «no conté nada especialmente moderno. Hablé de pensamiento clásico, pero mientras para nosotros esto es anticuado, para ellos la tradición cristiana es profundamente novedosa». Para Torrijos, «el trasfondo cristiano está patente en todos los cubanos. Tienen una religiosidad profunda».
Los laicos misioneros
La formación de los laicos es otro gran reto para la Iglesia en Cuba. «Son los que llevan las misiones adelante», afirma Manuel Barrios, director del Secretariado de Relaciones Interconfesionales de la CEE, otro de los sacerdotes que viajó a la isla. Barrios, que colaboró con la diócesis de Santiago, reconoce sentirse «fascinado por el compromiso de los laicos. Hay escasez de sacerdotes; en Santiago hay un millón de habitantes y 21 curas en activo. Por eso son los fieles los que toman las riendas. Especialmente las mujeres». En esa diócesis es recurrente ver casas-misión, hogares que prestan las familias para celebrar la liturgia de la Palabra. También los laicos realizan misiones dominicales. «Hay una parroquia que tiene la Misa los sábados por la tarde. Los domingos, a las siete de la mañana, un camión recoge a los fieles y los lleva a la montaña. Allí pasan el día dando catequesis, preparando a los novios para el matrimonio, atendiendo a los enfermos… Son ellos los que evangelizan, porque el sacerdote tiene decenas de pueblos», afirma Barrios.
«Lo que hacen es admirable. Tienen mucha responsabilidad, por eso es fundamental trabajar en su formación», admite Torrijos. «Les hemos proporcionado manuales de San Dámaso para formación de laicos, y desde la Iglesia en Cuba están tratando de difundir material audiovisual».
Esto es solo el principio. «Para San Dámaso, se abre un horizonte de más colaboración», asegura el rector, Javier Prades. «La idea es que acudan sistemáticamente profesores y sacerdotes españoles para dar formación y ayudar en la pastoral. Los Papas siempre han visto de forma especial a Cuba dentro de América Latina, por eso es fundamental cultivar estos lazos con ellos», apostilla Manuel Barrios.