El Papa acaba de referirse a la ideología de género, con tonos suaves pero profundamente alarmantes: es una filosofía según la cual «el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social que se decide autónomamente».
La frase emblemática de Simone de Beauvoir –No se nace mujer, sino que se hace– expresa que el sexo es aquello que uno decide ser. Lo que vale es lo que el sujeto decida. Si quiere ser varón, puede serlo, aunque haya nacido mujer. Y si quiere ser mujer puede serlo, aunque haya nacido varón. No se nace, se hace. Al servicio de esta ideología existe una serie de programas formativos, médicos, escolares, etc. que tratan de hacer tragar esta ideología a todo el mundo, haciendo un daño tremendo en la conciencia de los niños, adolescentes y jóvenes.
La ideología de género no respeta la propia naturaleza en la que Dios ha inscrito sus huellas. Relacionar con la naturaleza, y por tanto con Dios, mi identidad sexual sería una esclavitud de la que la persona tiene que liberarse, según esta ideología equivocada. De aquí viene un cierto feminismo radical, que rompe con Dios y con la propia naturaleza; un feminismo que se va extendiendo implacablemente, incluso en las escuelas. La Iglesia católica es odiada por los promotores de la ideología de género, precisamente porque se opone rotundamente a esto.
Y, sin embargo, una de las realidades más bonitas de la vida es la familia según su estructura originaria, donde existe un padre y una madre -iguales en dignidad, distintos y complementarios-, donde hay hijos, que brotan naturalmente del abrazo amoroso de los padres, donde hay hermanos, y abuelos, y tíos, y primos, etc. ¡Qué bonita es la familia, tal como Dios la ha pensado! Dios quiere el bien del hombre, y por eso ha inventado la familia. Aunque la ideología de género intenta destruirla, la fuerza de la naturaleza y de la gracia es más potente.
Herodes sigue vivo, y no sólo mata inocentes en el seno materno, sino que intenta mentalizar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes con esta ideología, queriendo hacerles ver que hay otros tipos de familia.
De su carta La ideología de género rompe la familia