La fórmula del Papa para encontrar la paz: una vida sencilla, despojada de cosas inútiles - Alfa y Omega

La fórmula del Papa para encontrar la paz: una vida sencilla, despojada de cosas inútiles

Durante la audiencia, ha pedido, además, oraciones por las madres ucranianas que han perdido a sus hijos

José Calderero de Aldecoa
El Papa, durante la audiencia, después de recibir el alta médica. Foto: AFP/Filippo Monteforte.

A punto de comenzar el triduo pascual, cuando los católicos celebran la Pasión de Cristo, el Papa ha presidido la audiencia general de este miércoles ya con el alta médica tras su crisis respiratoria, pero todavía con la voz convaleciente. Casi en susurros, Francisco ha aludido a la «muerte injusta» del Señor para recordar «a todas las víctimas de los crímenes de guerra», por las que ha pedido «elevar una súplica». Asimismo, el Pontífice ha pedido orar por las madres de los soldados ucranianos y rusos que han caído en la guerra. Como María, «son madres de hijos muertos», así que «recemos por ellas. Y no olvidemos rezar por la martirizada Ucrania», ha indicado.

También el Señor fue «asesinado de la forma más cruel y humillante, colgado en un patíbulo infame fuera de la ciudad». Según el Santo Padre, se trata de un fracaso público que hace cundir el desánimo entre los discípulos, un sentimiento «que no es del todo extraño a nosotros» en la actualidad: «¡Cuántas expectativas desvanecidas, cuántas desilusiones! Y también, esa sensación de que los tiempos pasados fueron mejores y que, en el mundo, quizá también en la Iglesia, las cosas no van como antes».

La muerte, sin embargo, no es el final. La cruz marca «un nuevo inicio», ha indicado el Papa. De ella «brota la esperanza de Dios», que «nace y renace en los agujeros negros de nuestras expectativas decepcionadas».

Volver a lo esencial

Francisco también se ha referido a la cruz para destacar al Dios «despojado y herido» que vemos en ella. Se trata de una «humillación», pero que es al mismo tiempo «el camino de la redención». En este sentido, el Pontífice ha criticado cuando «nos revestimos de exterioridad, con máscaras, para camuflarnos y mostrarnos mejor de lo que somos». Pensamos, ha añadido, «que lo importante es ostentar, para que los otros hablen bien de nosotros», y por ello abusamos de las «cosas superfluas».

Pero «así no encontramos paz», ha asegurado el Papa. «Lo que hace falta es volver a lo esencial, a una vida sencilla, despojada de tantas cosas inútiles que son sustitutos de esperanza». Y ha añadido Francisco: «Necesitamos sencillez, redescubrir el valor de la sobriedad, de la renuncia, de limpiar lo que contamina el corazón y entristece». En este sentido, ha invitado a desprenderse de algo inútil. «¡Este es un bonito ejercicio!».

Por último, Francisco se ha fijado en las heridas de la crucifixión. «Dios no esconde a nuestros ojos las heridas que le han traspasado el cuerpo y el alma». Un gesto que puede «hacernos ver que en Pascua» todo adquiere una nueva dimensión: «Se puede hacer de las propias heridas focos de luz». También nosotros tenemos heridas, ha concluido, pero lo interesante no es contarlas, sino ver qué hacemos con ellas: «Puedo dejar que se infecten de rencor y tristeza o puedo unirlas con las de Jesús, para que también mis llagas se vuelvan luminosas. Sí, nuestras heridas pueden convertirse en fuentes de esperanza cuando, en lugar de compadecernos de nosotros mismos, enjugamos las lágrimas de los demás».