La fiesta de la reconciliación y de la paz - Alfa y Omega

En la serie de catequesis que el Papa Francisco está dedicando a La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente, el pasado 19 de abril recordaba a todos los mártires que han acompañado la vida de la Iglesia, destacando que son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos.

Entre estos mártires se cuentan los numerosos católicos que dieron su vida por amor a Cristo en la persecución del siglo XX en España, más de 10.000, de los cuales ya han sido beatificados 2.108, a los que se suman ahora Manuel González-Serna Rodríguez y 19 compañeros de martirio.

Estas beatificaciones nos recuerdan que el amor es más fuerte que la muerte cuando la gracia de Dios nos sostiene. Los mártires no eran personas especiales, sino gente como nosotros que, víctimas del odio y la violencia, no se dejaron intimidar y prefirieron morir a renunciar a la fe católica.

Además, lo hicieron perdonando. Murieron rezando por la conversión de sus verdugos. Tanto es así que de algunos sabemos detalles de su martirio por el testimonio de quienes los ejecutaron.

El amor de Dios es más fuerte que la muerte. La serenidad y el valor que mantuvieron son un don divino, el poder de Dios que se manifiesta en la debilidad de quien se encomienda a Él. Por este motivo, los mártires son modelos a los que mirar en momentos de tribulación; sus historias son luz que disipa la niebla en que nos envuelve el mundo que nos rodea y constituyen esperanza y fortaleza cuando nos acecha la preocupación o el desánimo.

Ellos nos animan a vivir y a transmitir la alegría del Evangelio en todas las circunstancias; nos enseñan a no dejarnos abatir por las pruebas y las dificultades, a ser valientes y coherentes con nuestra fe, a creer en el poder de la gracia. Y, junto a todo ello, son nuestros intercesores ante Dios, a los que podemos acudir confiados para pedir la ayuda que necesitamos en nuestra vida cotidiana.

Que esta beatificación de los mártires de Sevilla sea en nuestros corazones y en nuestra tierra la fiesta de la reconciliación y el triunfo del Señor de la paz.

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