La expansión de las bandas por Haití se cobra la vida de dos monjas
Las Hermanitas de Santa Teresa no han podido recuperar los cuerpos de las religiosas asesinadas porque los criminales han tomado toda la ciudad de Mirebalais
«Si la inseguridad en Haití persiste, tenemos previsto cerrar algunos proyectos», admite Denise Desil, madre general de las Hermanitas de Santa Teresa. El 31 de marzo, esta congregación local perdió de forma trágica a dos de sus religiosas, Evanette Onezaire y Jeanne Voltaire, cuando la ciudad de Mirebalais fue tomada por Viv Ansanm, una alianza de bandas criminales. Onezaire y Voltaire gestionaban, solas, un colegio concertado de la congregación «a la entrada de la ciudad». Al irrumpir en la zona, los hombres armados atacaron el edificio «pero las hermanas tuvieron tiempo de refugiarse con una vecina». Sin embargo, en medio de la noche, los delincuentes «llegaron a la casa donde estaban y mataron a todos los que encontraron».
En unas horas, los hombres armados tomaron la ciudad y su cárcel, donde soltaron a 500 presos. Ahora «Viv Ansanm lo ocupa todo y la mayoría de la gente ha huido». También rodean la población. «No hay posibilidad de acceder a la zona donde están los cuerpos de nuestras hermanas», explica Desil; por lo que el funeral, para el que aún no hay fecha, será «simbólico». La superiora confiesa que sienten «una gran tristeza y rebeldía, pero también lo vivimos en la fe. Dios nos consuela y la solidaridad espiritual de la Iglesia local e internacional nos ayuda a mantenernos firmes».
La ofensiva contra esta ciudad, en el centro del país y a 50 kilómetros al norte de Puerto Príncipe, «subraya una tendencia preocupante: la violencia y la anarquía se están extendiendo por el país. Las bandas están ampliando su influencia y consolidándose más allá de Puerto Príncipe», señala Wildor Pierre, capellán de la Policía Nacional.
En la capital, 20 grupos controlan el 85 % del territorio. Cuentan con medio millón de armas de fuego obtenidas de forma ilegal, muchas de gran calibre. Las consiguen «a través de redes de contrabando que operan en el Caribe», en rutas que «podrían implicar a terceros países» como «República Dominicana, Jamaica u otros más lejanos», explica Pierre.
Frente a esto, los 900 efectivos de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad, que —liderada por Kenia y con el visto bueno de la ONU— se desplegó en junio pasado, se han revelado impotentes. «Haití se ha estado enfrentando a décadas de inestabilidad política, pobreza y gobernanza débil. Ninguna cantidad de intervención internacional puede resolver estos problemas», señala el capellán policial; a menos que, en vez de en «soluciones a corto plazo», se centre en «reformar el sistema político y social» y abordar problemas como «la corrupción, la falta de infraestructuras y la ineficacia de las autoridades».