La esperanza, antídoto frente al «círculo vicioso» de la violencia
Se presenta el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz 2020, que lleva por título La paz como camino de esperanza: diálogo, reconciliación y conversión ecológica
La paz se construye de abajo a arriba y en todos los ámbitos de la vida, escribe el Papa en su mensaje para la LIII Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero. «El mundo no necesita palabras vacías, sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación», se lee en el documento, presentado el jueves 12, aunque con fecha del 8 de diciembre.
Francisco deja ver la preocupación de la Santa Sede por el riesgo de una nueva escalada nuclear y, recordando su reciente viaje a Japón, critica la pretensión de «que se mantenga la estabilidad en el mundo a través del miedo a la aniquilación». Es la vieja doctrina de la deterrence o disuasión atómica, que vuelve a hacer acto de presencia en el mundo, con la aparición de nuevas potencias nucleares, el desmantelamiento de los tratados de limitación de armas de destrucción masiva y la convicción por parte de no pocos gobiernos de que la amenaza creíble del uso de la fuerza es una vía eficaz (y barata) de hacerse respetar.
Otro factor de inestabilidad y violencia es «el aumento de las desigualdades sociales», cree el Papa, para quien «nunca habrá una paz verdadera a menos que seamos capaces de construir un sistema económico más justo». De igual forma, al abordar las causas estructurales de la violencia, presenta como exigencia para la paz «la verdad y la justicia», y, en concreto, la necesidad de honrar «la memoria de las víctimas». O «la conversión ecológica», que implica «una nueva forma de vivir en la casa común, de encontrarse unos con otros desde la propia diversidad, de celebrar y respetar la vida recibida y compartida, de preocuparse por las condiciones y modelos de sociedad que favorecen el florecimiento y la permanencia de la vida en el futuro, de incrementar el bien común de toda la familia humana».
Pero antes de eso Francisco cree que es «en el corazón del hombre» donde se dirime la tensión entre violencia y paz. «Sabemos que la guerra a menudo comienza por la intolerancia a la diversidad del otro», se lee en el mensaje. De igual forma, «un pequeño gesto de solidaridad», especialmente si se produce «en la oscuridad de guerras y conflictos», puede ser un poderoso motor capaz de «poner en marcha nuevas energías y reavivar una nueva esperanza tanto en los individuos como en las comunidades».
El mensaje para la Jornada de la Paz 2020 apela a esa esperanza, presentada como «la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables». El argumento del Papa es incontestable: «La paz no se logra si no se la espera». Deseándola, sí, pero también haciendo un esfuerzo para «la reconciliación con el otro», lo cual «requiere paciencia y confianza». La misma confianza que despeja los prejuicios sobre los demás y permite empezar a verlos como «hermanos y hermanas», rompiendo así con «la cultura de la amenaza», que en ningún caso —subraya el Pontífice— puede ser un camino para la paz. A lo sumo, para «una seguridad ilusoria» que en cualquier momento puede saltar por los aires y degenerar en «un círculo vicioso» de amenazas y violencia.