La douleur. Cuando el dolor es por un crimen colectivo - Alfa y Omega

A veces el dolor se instala de tal forma dentro de nosotros que es difícil abrir la puerta para que salga. Algo así debió pensar Marguerite Duras durante los días de la Resistencia en la II Guerra Mundial, en la que participó activamente junto con su marido Robert Antelme. La douleur es una novela/diario que vio la luz en 1985 y que ahora es llevada a escena de la mano de José Pedro Carrión y Juan Caño Arecha en la dirección, siendo este último quien la ha versionado. Un palpitar complejo y trágico donde la autora espera el retorno de su marido deportado a un campo de concentración. Un marido al que ya no ama.

Un momento de la representación

Sitúense en la escena. Apenas quedan diez días para que se ponga fin a la barbarie. Diez días para que la ocupación alemana en territorio francés desaparezca. En una habitación, Marguerite Duras encuentra unas notas de su diario que rememoran esos últimos diez días de resistencia. Está asustada, con miedo y dolor, mucho dolor. No sabe qué ha ocurrido con su marido, Robert Antelme, al que ya no ama; pero sufre igualmente por su destino. En una emboscada fueron descubiertos y ella logró escapar. Peor suerte tuvo él, apaleado y maltrecho le trasladaron a un campo de concentración. Y ahora todos ustedes entenderán lo que eso significa. Hablar de campo de concentración es hacerlo desde el dolor individual y colectivo. Es sumergirse en una atmósfera de duelos y sombras. Hombres y mujeres mutilados, grises, hambrientos. El frío escalando por los pies descalzos y las lágrimas cayendo como jirones. En medio de ese fango, Robert Antelme.

Por aquel entonces Marguerite Duras ya no le quiere. Ha descubierto en su cómplice y quien fuera su testigo de boda, Dionys Mascolo, al ser que ama. Y ahora, apenas a unos díasdel regreso del que todavía es su marido, entre la duda y la desolación, Duras reflexiona sobre las aristas del dolor, sobre el final de la guerra (¿existe de verdad un final en las guerras?), sobre las víctimas y los verdugos; el genocidio al fin y al cabo del que todos, sin excepción, formamos parte. La barbarie nazi es el nombre que se le da a esa forma de aniquilar cuerpos pero no memoria; mas nosotros, ¿en qué lado de la balanza nos situamos?

Un momento de la representación

Marguerite Duras lo tiene claro. Apunta a que es más fácil vivir de cara al crimen colectivo. Parece que la culpa se atenúa y los llantos se repliegan. La monstruosidad de una guerra permanece incólume hasta en la mano que saluda y la voz que delata. Un horror en toda regla que no se puede digerir si no es en masa, para que duela menos -ya saben-; una forma sutil de edulcorar la realidad para evitarla.

Así es. Regresa William, el que por aquel entonces es su marido, malherido e irreconocible. Ella no le ama. Entramos en los primeros días de la liberación. Pero Duras se mantiene presa al dolor de la pérdida. Una pérdida que va más allá de lo que contemplan los ojos. La visión del mundo feliz y el consuelo han desaparecido. Ahora sólo sobrevive la barbarie. La sangre y el dolor. Los enemigos. Hitler que se suicida. Alguien que delata. Otro que roba. El de más allá que se ha vuelto loco y el de más acá vende alegría a kilómetros de distancia.

Un bello y desgarrador monólogo el de esta mujer interpretado por Valery Tellechea (irregular, aunque bien es cierto que hora y media de interpretación es difícil de mantener en el mejor punto… Faltó algo de magia); que mira cara a cara al dolor. Lacerado, preso, esquivo; resquebrajado, parapetado, en desuso. Porque quizás -ahí el drama- la historia se repite a cada minuto y en cada avenida. Puede que haya alguien dispuesto a arrancar el alma a pedazos y a depurar responsabilidades; o puede, tal vez, que una sombra se arrastre hasta el costado de una luz para apagarla. No sé. Ya me dirán ustedes si toda la guerra acumulada sale por los gritos o si podemos acusar al hombre o no de provocarla. Piénsenlo. Al fin y al cabo somos algo más que dolor. También arrastramos rabia… y esperanza.

La douleur

★★☆☆☆

Teatro:

Teatro Guindalera

Dirección:

Calle Martínez Izquierdo, 20

Metro:

Diego de León

OBRA FINALIZADA

Cartel de 'La douleur'