La capilla convertida en UCI: «Sigue siendo un lugar de esperanza» - Alfa y Omega

La capilla convertida en UCI: «Sigue siendo un lugar de esperanza»

La Iglesia en España está ofreciendo sus espacios para combatir la tercera ola de la pandemia, «sin pedir a nadie el carné de bautizado»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
La capilla del hospital Virgen de las Nieves de Granada ahora es una UCI con 14 camas. Foto: Hospital Virgen de las nieves

En la capilla del hospital Virgen de las Nieves de Granada se han llevado el sagrario, pero Cristo sigue presente. Debido a las necesidades que ha originado la tercera ola de la pandemia, la dirección del hospital se ha planteado habilitar algunos espacios del centro como UCI, entre ellos la capilla. «Ante la situación que estábamos viviendo en el mes de noviembre nos llamaron para hacer de la capilla una UCI con 14 camas. Preveían una oleada de contagios muy grande y querían adelantarse a las necesidades que pudieran surgir», afirma el capellán del hospital, Diego Molina.

Esta iniciativa de colaboración entre la Iglesia y las autoridades sanitarias se ha hecho «en función de algo tan importante como la salud y la vida de los enfermos», añade. Para ello, se trasladó la capilla a otra zona y se llevaron también el sagrario, «siempre con mucho respeto», y considerando que «es algo que Dios quiere».

La capilla del hospital ha sido siempre uno de los lugares más concurridos, con cerca de 40 personas al día y Eucaristía diaria, «y los fines de semana había ratos en que casi ni se cabía», asegura Molina. Cuando estalló la pandemia el trasiego de gente se redujo, pero siempre ha estado abierta para quien desease entrar a rezar.

Ahora la capilla se ha trasladado de manera provisional a un sitio más pequeño en la misma planta. «No vienen tantas personas porque no se pueden recibir visitas y los enfermos no pueden salir de sus plantas», afirma el capellán. Aun así, «sigue entrando gente y siempre hay un rato en el que el Santísimo está acompañado». Para Molina, la capilla hoy habilitada como UCI sigue siendo «un lugar de esperanza», y se muestra «muy contento» de que, «si alguien tiene necesidad de este espacio para luchar por su vida, pueda contar con él. Es lo que quiere Dios». Cuando ve a un enfermo en el espacio en el que antes celebraba la Eucaristía, «pienso que ahí está mi Dios encamado», asegura el capellán. Y en ese lugar, «en el que nos encontramos con Cristo muchas veces, le vemos ahora luchando por su vida con el cuidado de mis compañeros sanitarios».

«Ayudamos a los que sufren»

En el patio de la parroquia del Espíritu Santo, en Badajoz, es posible ver estos días a varias personas corriendo y haciendo ejercicio. Son pacientes derivados de la unidad del dolor que siguen tres días por semana las indicaciones de rehabilitación de Juan, el fisioterapeuta del centro de salud que linda pared con pared con la parroquia.

«Hace unos meses Juan me llamó porque sus pacientes necesitaban un lugar para seguir con su terapia, y el confinamiento y las restricciones se lo estaban poniendo muy difícil. Aunque mandara terapias para seguir en casa, no era lo mismo que si las dirigía él», cuenta Valeriano Domínguez, el párroco.

El patio tiene una gran cruz y una capilla de la Virgen de Fátima que son testigos tres días por semana de los ejercicios del grupo. «Están tan felices de poder venir que no paran de dar las gracias, y cuando acaban las sesiones parece que no se quieren ir», asegura. A los feligreses les ha explicado la iniciativa «y nadie ha planteado ningún problema. Es más, alguno se quería apuntar pensando que habíamos montado un gimnasio», bromea.

La cruz de la parroquia del Espíritu Santo de Badajoz preside los ejercicios de fisioterapia del centro de salud vecino. Foto: Parroquia del Espíritu Santo

A la parroquia para el test

El párroco se confiesa «felicísimo» de haber podido ceder parte de las instalaciones de la parroquia. «¿Para qué las queremos, si no es para ponerlas a disposición de la gente?», defiende.

Esta colaboración no es la única que ha realizado la parroquia durante estos meses de pandemia, pues a finales de enero también ofreció los salones parroquiales para realizar tests de antígenos en un cribado general de la población de Badajoz. «Me llamó el concejal de Asuntos Sociales y me preguntó si estaba dispuesto a cederlos, y no tuve ningún problema», asegura el párroco.

Así, durante tres días pasaron por allí más de 6.000 personas, muchas de ellas fieles de la parroquia y vecinas del barrio. Fueron tres jornadas «intensísimas», de las que Domínguez espera «que hayan servido para atajar en lo posible esta pandemia».

Todo ese trasiego de gente no interfirió en ningún momento con las actividades de la parroquia, ni con la catequesis ni con el culto, porque el acceso a los tests se hacía a través de una puerta independiente. Y al terminar, pasó una empresa de limpieza que desinfectó los locales por completo. «Cuando todo terminó me llamó el alcalde de Badajoz para agradecernos el esfuerzo. Estamos muy contentos de haber puesto nuestro granito de arena», afirma.

«Estamos aquí para ayudar. No pedimos a nadie el carné de bautizado», añade el párroco. «Si el problema era tener un patio o tener un sala, se acabó el problema. Se trata de ayudar a la humanidad que sufre. Si tuviera que volver a hacerlo, lo haría sin dudar».