La familia se basa en el matrimonio. A través de un acto de amor libre y fiel, los esposos cristianos dan testimonio de que el matrimonio, como sacramento, es la base sobre la que se funda la familia y hace más sólida la unión de los cónyuges y su mutua entrega. El amor esponsal y familiar revela también claramente la vocación de la persona a amar de un modo único y para siempre, y que las pruebas, los sacrificios y las crisis de la pareja y de la misma familia son pasos para crecer en la bondad, la verdad y la belleza. En el matrimonio, nos entregamos por completo, sin cálculos ni reservas, compartiendo todo, ofrendas y sacrificios, confiados en la Providencia de Dios.
La Buena Noticia de la familia es una parte muy importante de la evangelización, que los cristianos pueden comunicar a todos con el testimonio de vida, y ya lo hacen; esto es evidente en las sociedades secularizadas: las familias verdaderamente cristianas son reconocidas por la fidelidad, la paciencia, la apertura a la vida, el respeto a los ancianos… El secreto de todo esto es la presencia de Jesús en la familia. ¡Por eso, proponemos a todos, con respeto y coraje, la belleza del matrimonio y de la familia iluminada por el Evangelio! Y por eso, nos acercamos con atención y afecto a las familias necesitadas, a las que se ven obligadas a abandonar sus tierras, a las que se han dividido, a las que no tienen casa o trabajo, o están sufriendo por muchas razones; a los cónyuges en crisis y a los que ahora están separados. A todos queremos hacernos cercanos con el anuncio de este Evangelio de la familia, de esta belleza de la familia.
Del Mensaje a la Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia.
(25-X-2013)