La alegría de María - Alfa y Omega

La alegría de María

Sábado de la 27ª semana del tiempo ordinario / Lucas 11, 27-28

Carlos Pérez Laporta
Virgen de la Adopción (detalle). Jean Auguste Dominique Ingres. National Gallery of Vitoria.

Evangelio: Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:

«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».

Pero él dijo:

«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Comentario

«¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!». ¡Qué dicha no debió experimentar María! Aquella voz entre el gentío no hacía sino intuir una alegría profunda en la Madre de aquel hombre, en la Madre de Jesús: si ellos, según iban escuchando les iba invadiendo el gozo, si al dejar que aquellas palabras alcanzasen sus corazones se alegraban porque comenzaban a tener esperanza, porque comenzaban a creer no que ya no hubiera males, no que todo sería entonces fácil, sino que podía esperarse una salvación; ¡cómo no intuir una alegría infinitamente mayor en aquella mujer que gestó esa misma esperanza!

Entonces, ¿por qué Jesús matiza esa afirmación? Para hacer de esa alegría única de María (pues es la única que pudo criarle) una experiencia compartida, una experiencia que no nos excluyese: «Mejor: ¡dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!». La alegría de María pasa a ser experiencia nuestra, pasa a aumentar nuestra alegría y nuestra esperanza: si María ha participado de tan alta felicidad sencillamente por creer la palabra de Dios y cumplirla, entonces ella es testigo y garantía de la alegría de la que podemos gozar todos