La abadía del Sacromonte sobre la sangre derramada
Levantada sobre unos hornos romanos donde martirizaron a san Cecilio, la abadía del Sacromonte de Granada acumula siglos de patrimonio intelectual y artístico
Muy apreciada entre los granadinos por ser lugar de peregrinación en la festividad de san Cecilio y casa del venerado Cristo de los Gitanos, la abadía del Sacromonte es mucho más que un lugar de culto. Acoge un descomunal patrimonio intelectual, artístico e histórico desarrollado a lo largo de más de cuatro siglos, pero eclipsado –de momento– por la archiconocida Alhambra.
La historia de esta abadía, ubicada en el monte Valparaíso, se remonta a 1594, cuando se descubrieron en la zona los restos de san Cecilio, primer obispo de la entonces ciudad romana de Ilíberis, y de otros compañeros mártires a manos de Nerón. El pueblo, al conocer estos hallazgos, inició un movimiento masivo de peregrinación al monte y fue el entonces obispo de la ya Granada, Pedro de Castro, quien decidió que se construyese un complejo eclesial en torno a las reliquias. Entre los restos de los mártires se encontraron también los controvertidos libros plúmbeos, que explicaban una religión sincrética y cuyo contenido fue desautorizado entonces por la Santa Sede, pero cuyo valor histórico permanece entre las paredes de la abadía, donde se pueden contemplar actualmente. «Tenían el objetivo de que la población morisca tuviera encaje en la nueva Andalucía cristiana en un momento de mucha tensión en la zona», explica Javier Restán, vicepresidente de la Fundación Abadía del Sacromonte, puesta en marcha en 2015 para la recuperación del complejo, tanto para la rehabilitación de infraestructuras como para el reimpulso religioso, cultural, académico y turístico.
Además de contemplar la propia abadía, el visitante podrá bajar a las santas cuevas, antiguos hornos de cal utilizados por los romanos para el martirio y lugar de los hallazgos de las reliquias. En el conjunto se encuentran también la iglesia, dedicada a la Asunción, que comenzó a construirse en el siglo XVII, y el museo, en el que están expuestos los libros plúmbeos y múltiples obras de arte entre las que destacan incunables árabes como el libro de medicina de Averroes o el cuadro de La Virgen de la rosa, obra del pintor flamenco Gerard David y, según historiadores del arte, uno de los mejores exponentes de esta pintura. También tienen un Goya. «En el Sacromonte había un internado por el que pasaron literatos, historiadores, políticos… uno de ellos fue un ministro de Hacienda de Carlos IV que, como regalo de despedida a la abadía, encargó un cuadro al entonces pintor de la Corte», explica Restán. Y cita finalmente, como obra de arte destacada, la talla del Cristo de los Gitanos, «pieza de José Risueño, artista de la zona. Tiene una devoción popular enorme».
No solo es un espacio rico en arte. «Hay expertos que consideran que la abadía fue la primera universidad privada de España. Aquí se estudiaba Derecho Eclesiástico y Civil, y hay una tradición muy potente de traducción a las lenguas bíblicas», añade el vicepresidente de la fundación. Desde el inicio de la abadía también se promovieron numerosas actividades de índole social. Por ejemplo, uno de los canónigos que tuvo en el siglo XIX y cuyo proceso de beatificación está en ciernes, Andrés Manjón, creó las Escuelas del Ave María para la educación de los niños más pobres del Sacromonte. «Bajaba cada día en asno desde su abadía para dar clase en la universidad, y así fue como conoció el modo de vida de los gitanos y decidió poner en marcha un proyecto educativo». Proyecto que continuaron posteriormente dos obispos, también canónigos de la abadía, Manuel Medina Olmos y Diego Ventaja Milán, martirizados y asesinados durante la persecución religiosa del 36.
«Sobre todo, la abadía trató de generar y educar un sujeto humano que, desde la experiencia de Cristo, respondiera a los desafíos de los tiempos. Probablemente sea el patrimonio mas importante», asegura el obispo de Granada, Javier Martínez, en el prólogo del libro de Nuevo Inicio que acumula en sus páginas toda la riqueza de este lugar.