Liétor y su colorista ermita de la Virgen de Belén - Alfa y Omega

Liétor y su colorista ermita de la Virgen de Belén

Levantada por los vecinos de Liétor para pedir protección ante la peste, la ermita albaceteña de Nuestra Señora de Belén está cubierta por completo de pinturas del siglo XVIII

Cristina Sánchez Aguilar
Fue ‘Amanece que no es poco’, película del albaceteño José Luis Cuerda, quien la dio a conocer al resto de España. Foto: Aeromundo

Es la primera vez en lo que llevamos de sección que un exterior dista tanto de lo que el visitante encuentra cuando cruza el umbral. La fachada de la ermita de Nuestra Señora de Belén de Liétor, en Albacete, podría confundirse con cualquier otra casa del modesto pueblo de 1.200 habitantes. O quizá podría ser el templo parroquial, austero y funcional. Pero vean las imágenes y descubrirán la joya escondida de la diócesis albaceteña, una ermita del siglo XVI declarada Monumento Histórico-Artístico con unas peculiares pinturas populares y coloristas realizadas entre 1734 y 1735 que cubren literalmente toda la edificación.

El exterior es austero porque la financiación para su construcción dependió de las aportaciones del pueblo. Foto: Titavi

«Fue la película Amanece que no es poco la que dio a conocer Nuestra Señora de Belén fuera de las fronteras de nuestra diócesis», asegura Luis Enrique Martínez, delegado de Patrimonio de la diócesis castellanomanchega. «Hay una escena caricaturesca en la ermita, en la que varios de los protagonistas están oyendo Misa», recuerda. José Luis Cuerda era de Albacete, y aprovechaba la riqueza patrimonial de su tierra para contextualizar su cine. «Aunque hay quien piensa que es un decorado». Tan pintoresca es.

El inicio de esta ermita, que empezó a construirse hacia 1536, fue humilde. De ahí su austero exterior. Cuenta el doctor en Historia José Sánchez Ferrer en el libro Devoción y pintura popular en el primer tercio del XVIII que tanto la de Belén como otras dos ermitas dedicadas a san Cristóbal y san Sebastián en Liétor «dependían exclusivamente de las limosnas de los devotos». Por eso eran sencillas. Además, la falta de financiación intermitente hizo que «los proyectos se realizaran lentamente». El motivo principal de esta devoción popular era que los habitantes de la localidad albaceteña, que pertenecía a la Orden de Santiago, orientaron sus plegarias hacia santos protectores a finales del siglo XV por «la gran incidencia de las epidemias de peste en el Bajo Medievo».

El camarín de la Virgen tiene una cúpula sostenida por los cuatro evangelistas y rematada por el Espíritu Santo. Foto: Aeromundo

En 1570 se concluyó la estructura arquitectónica, próxima a la que tiene la nave actual, con una planta rectangular simple, arcos de diafragma y cubierta de madera. «Según un cartel que se conserva en el interior, fueron Alonso de Tobarra, el Bermejo, alcalde de la villa, y su mujer, Mari Sánchez Alcantud, los que mandaron terminarla a su costa», explica Sánchez Ferrer. La ermita alcanzó su época de máximo esplendor en el siglo XVIII, cuando se decoró con las pinturas que luce hoy. Por sus paredes desfilan santos, decoraciones diversas e incluso alegorías de la muerte, «acompañadas en ocasiones de sentencias y versos ejemplificadores», explican desde Turismo de Castilla-La Mancha. Cabe destacar el camarín de la Virgen, donde existe una cúpula sostenida por los cuatro evangelistas y rematada por el Espíritu Santo. En el frente hay una gran variedad de columnas salomónicas acabadas en una balaustrada donde se sientan unos ángeles instrumentistas, y los tres paños del espacio los ocupan, entre las citadas columnas, una escena de la Visitación, la Sagrada Familia y la Inmaculada. Otros muchos retablos pintados llenan el espacio interno de la ermita, de los que destacan desde Turismo de la Comunidad Autónoma el de san Antonio y el de santa Bárbara.

Una de las escenas representadas es la de la Sagrada Familia. La acompañan a los lados la Visitación y la Inmaculada. Foto: Aeromundo

La desamortización y posteriormente la Guerra Civil la dejaron en la ruina, pero gracias al sacerdote Francisco Navarro y a un grupo de vecinos, se arregló el templo y en 1976 alcanzó el anhelado título de monumento nacional. Atendida ahora por el párroco de la zona, la ermita se abre al culto en Navidad y es una de las sedes de los conciertos de órgano que han vuelto a dar a Liétor proyección en la provincia. Ojo, nos recalca el delegado de Patrimonio, que en Nuestra Señora de Belén no están las «famosas momias» del pueblo que hace poco salieron en un conocido programa de televisión. «Son de frailes y de una donante que murió en estado», pero están en el antiguo convento de los carmelitas y son parte de la ruta de curiosidades de este desconocido pueblo de Albacete.