Juan Antonio Menéndez, un pionero en la lucha contra los abusos a menores
El secretario general de la Conferencia Episcopal Española escribe en memoria del arzobispo de Astorga, fallecido este miércoles tras sufrir un infarto
Conocí a Juan Antonio Menéndez hace casi treinta años rezando en unos días de Ejercicios. La oración común y la pasión por la vida apostólica hizo brotar una amistad en la distancia. Esa misma vida apostólica, ahora como obispo, ha sellado esa relación desde la común solicitud por la misión, en este momento de la Iglesia y del mundo.
Como obispo de Astorga desde 2015, presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones desde 2018 y de la Comisión de trabajo sobre la actuación en delitos a menores desde 2018 ha estado en el centro de las cuestiones más problemáticas de la pastoral de la Iglesia. Por un lado, obispo de Astorga, diócesis de las más antiguas de España en dos comunidades autónomas y tres provincias con los desafíos de los pueblos pequeños, el envejecimiento y la transmisión de la fe; por otro lado, las migraciones, verdadero signo de este tiempo, de sus paradojas y perplejidades. Y qué decir de los abusos en la Iglesia. Solo Dios sabe lo que D. Juan Antonio ha sufrido con este grave problema en su diócesis y luego en toda España.
Es de elemental justicia y agradecimiento decir con fuerza que Juan Antonio ha abordado esta cuestión con decisión y prudencia. Ha protagonizado la respuesta de la Iglesia española ante este grave problema. La diócesis de la que ha sido obispo fue, con su empeño y coraje, la pionera en proponer un estricto protocolo para la protección de los menores y la prevención de los abusos en el seno de la Iglesia.
Suya ha sido también la propuesta de solicitar a la Santa Sede la autorización para un Decreto general de la CEE que ayude a investigar, atender a las víctimas, asegurar la presunción de inocencia, prevenir los abusos y formar también sobre estas cuestiones a los candidatos al sacerdocio. Sin embargo, ha sufrido la incomprensión de muchos y soportado titulares y comentarios de enorme injusticia.
Quiero resaltar su trabajo lleno de entusiasmo en favor de los migrantes. La Comisión Episcopal de Migraciones en sus diversos departamentos está logrando sensibilizar a las comunidades cristianas de lo que significa en el mundo global la movilidad por tan diversos motivos y lo que supone para la Iglesia Católica vivir y anunciar la fraternidad.
En medio del dolor por su muerte repentina –anteayer mismo compartíamos una conversación en la Sede de la Conferencia sobre todas estas cuestiones–, quiero expresar mi oración por su eterno descanso y mi abrazo a la Diócesis hermana de Astorga por esta gran pérdida. También la esperanza. Nos conocimos contemplando la Victoria de Jesucristo sobre la muerte. Esta esperanza nos permite continuar la peregrinación hasta que juntos contemplemos su Rostro.
Luis Argüello / ABC