Juan Antonio Aznárez: «Los militares tienen derecho a ser atendidos y acompañados» - Alfa y Omega

Juan Antonio Aznárez: «Los militares tienen derecho a ser atendidos y acompañados»

El Arzobispado Castrense, que atiende a las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y la Policía Nacional, recibe este domingo a su nuevo pastor tras el fallecimiento, hace casi un año, de Juan del Río

Fran Otero
El nuevo obispo en su despacho de la sede del Arzobispado Castrense, en Madrid. Foto: Fandiño.

Usted nació en Éibar, pero más tarde toda la familia se trasladó a Tudela. ¿Le afectó?
Fue como cambiar de planeta. Éibar está en el fondo de un valle, rodeado de montañas, y se ve poco el sol. Tudela es todo lo contrario: a orillas del Ebro, llano y con mucha luz. Me sentó muy bien. Me fui con 13 años y la transición fue beneficiosa. Allí encontré a los amigos, a la cuadrilla con los que me sigo reuniendo de vez en cuando. Para mi padre era volver a casa. Los demás íbamos por primera vez a Navarra. Me he sentido muy bendecido allí.

Se encontró con el Camino Neocatecumenal. ¿Le cambió la vida?
Hasta ese momento, el Señor me mantuvo en la Iglesia. Tuve contacto con la Adoración Nocturna, con los capuchinos, con la Milicia… Pero hacer las catequesis del Camino Neocatecumenal fue un momento fuerte.

¿Cómo llegó a ellas?
El sacerdote que nos daba Religión en el instituto nos dijo que había unas charlas y en aquellos tiempos hacíamos caso a los curas. Fui y quedé impactado por ese anuncio del amor gratuito de Dios. Me llamó la atención que de los que nos hablaban solo había un cura, los demás eran laicos. Además, una mujer, que era médico, venía desde Pamplona. Escuché unas cuantas catequesis y dejé de ir. No sabía que continuaba, que había una convivencia, una comunidad… La siguiente vez que las hice fui para entrar.

¿Sigue formando parte del Camino Neocatecumenal?
Hasta la actualidad. Como vicario general y luego como obispo muchas veces no he podido ir a las reuniones, pero estoy muy agradecido de todo este tiempo. Es un don de Dios.

Antes de entrar en el seminario estudió Filología Hispánica. ¿Por qué?
Son varios los motivos. Tuve una profesora de Literatura muy buena. Luego fui descartando opciones hasta que me quedé con esta, y también por el poder y la riqueza de la Palabra de Dios, que es lengua.

¿Tuvo algo que ver en que luego se especializara en Sagrada Escritura?
Este vínculo lo estableció el Señor. Cuando entré en el seminario renuncié a todo lo anterior. La filología quedaba atrás. Pero a los tres años de ordenado, mientras ejercía en Mendavia, el arzobispo me pidió ir a estudiar Biblia a Roma. Yo no moví un dedo. Pero ahora veo que todas las piezas encajan. Fue una buena base para afrontar la especialización.

Llega al Arzobispado Castrense, pero no es su primera experiencia en el mundo militar.
Al terminar los estudios tenía pendiente el servicio militar. Estuve un mes en Albatera (Alicante) y doce en Bétera (Valencia) como cabo. Tuve cierta responsabilidad en el almacén. Tengo un buen recuerdo de los compañeros y del conocimiento de una realidad importante como es el Ejército.

Su hasta ahora arzobispo, Francisco Pérez, ya ocupó el Arzobispado Castrense. ¿Le ha dado algún consejo?
Sobre todo me ha hablado muy bien de la relación con los militares, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Qué mejor preparación que su experiencia.

Llega a una diócesis sin territorio. Sus fieles están repartidos por todo el país e incluso por el extranjero. ¿Cómo afronta esta misión?
Con ánimo. Iremos organizando las visitas para saludar a todos los que pertenecen a esta diócesis. Quiero decirles que no están solos, conocer sus necesidades y ayudarlos.

¿Qué es lo primero que va a hacer?
Lo primero, y obvio, es ver y escuchar. Luego, Dios dirá qué puedo aportar yo. Antes de tomar ningún tipo de decisión o fomentar cualquier iniciativa, tengo que conocer lo que hay. Dicho esto, una prioridad en todos los campos es la evangelización. Es la prioridad de las prioridades. Que el Evangelio resuene en todos los rincones de la archidiócesis. También el cuidado del clero.

Hay quien pone en cuestión la presencia de la Iglesia en la Fuerzas Armadas. ¿Por qué es importante?
Porque los militares son bautizados y tienen derecho a ser alimentados con la Palabra y los sacramentos, y a ser acompañados y atendidos. También tienen que asumir su responsabilidad en la catequesis, en la caridad, en la familia… Tienen su peculiaridad por su servicio y dispersión, pero es su derecho como bautizados.

En medio de ellos están los páter, muy valorados.
Lo he podido comprobar y es verdad. Destacan por su disponibilidad, cercanía y servicio a los servidores del bien común.

Bio
  • Nació el 14 de enero de 1961 en Éibar (Guipúzcoa)
  • En 1984 se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza
  • Fue ordenado sacerdote el 27 de octubre de 1990
  • El 9 de junio de 2012 fue nombrado obispo auxiliar de Pamplona y Tudela. Fue consagrado tres meses después en la catedral de Pamplona