José Gramunt, SJ, jesuita y gran periodista - Alfa y Omega

José Gramunt, SJ, jesuita y gran periodista

La única meta que persiguió fue la de buscar y conseguir el bien común

José María Ballester Esquivias
Foto: EFE / Martín Alipaz.

«Me dijo hace un mes que escribió al menos 15.000 editoriales (…). Ya ha llegado a la meta, al final de una carrera que corrió con fuerzas. Tomando las palabras de san Pablo: ahora le toca recibir la corona de gloria que el Señor da a todos los que esperan su venida». Así se expresó el jesuita Marcos Recolons en la homilía que pronunció durante la misa corpore insepulto de su compañero de orden José Gramunt de Moragas, el sacerdote tarraconense que pasará a la posteridad como uno de los periodistas más prolíficos y respetados de la Bolivia contemporánea, cuyos acontecimientos desgranaba, siempre según Recolons, «procurando dar una interpretación cristiana», pero sin perder de vista la realidad del país andino.

A los homenajes se sumaron, a través de Twitter, los expresidentes de la República, Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez Veltzé —antecesor directo de Evo Morales en el cargo—, así como diversas personalidades de la vida política y de la sociedad civil bolivianas. Sin embargo, el Gobierno no envió a ningún representante a sus exequias. Una ausencia notoria si se tiene en cuenta que el fallecido jesuita nunca fue hombre de bandos o de trincheras.

La única crítica que podía hacerle el poder actual fue la publicación, hace tres años, del ensayo «De los años de plomo al populismo autoritario»; pero se trata más de una crónica del último siglo de historia boliviana que de una obra de denuncia. En ella, Gramunt narra cómo vivió acontecimientos tan señeros como la llegada, estancia y muerte del Che Guevara en Bolivia, la discreta existencia que llevó en el mismo país el nazi Klaus Barbie, conocido como el Carnicero de Lyon, al tiempo que expresa su opinión sobre las actuaciones, siempre en Bolivia, de diversas personalidades como la reportera y entrevistadora Oriana Fallaci.

Desde que llegó a tierras bolivianas, allá por 1952, hasta que escribió su último editorial en marzo de 2013, la única meta que persiguió Gramunt fue la búsqueda y consecución del bien común a través del periodismo. Y lo consiguió a través de la agencia de noticias Fides —la ANF, en la jerga periodística boliviana— que fundó en 1963. La dirigió durante más de medio siglo y su impronta sigue viva a través de la difusión de noticias en un estilo riguroso y sin concesiones. Durante años compaginó esa tarea con la corresponsalía de EFE y de otros medios internacionales. También se le debe la creación, en compañía de otros, de las Escuelas Radiofónicas de Bolivia, primera entidad de ese tipo que se creó en ese país. Ese estatus de formador y referente de periodistas bolivianos no fue óbice para que viajara a Estados Unidos a mediados de los sesenta a cursar un posgrado en Comunicación Social en la Universidad de Siracusa, prueba de que la humildad era uno de los rasgos característicos de la personalidad del padre José Gramunt.

José María Ballester Esquivias / ABC