José Cobo: «El Papa está cambiando equipos»
De sacerdote a cardenal y miembro del Dicasterio para los Obispos en seis años, el arzobispo de Madrid sostiene que «necesitamos obispos que creamos en la misión como tarea prioritaria, no en el mantenimiento, y que asimilemos el Sínodo»
¿Qué perfil de Papa buscaría para votar en un cónclave?
Me gustaría que continuara con las líneas que se han empezado hasta ahora. Cada pontificado ha aportado algo que se necesitaba en ese momento y Francisco ha hecho propuestas muy importantes y ha sabido conectar el Concilio Vaticano II con el futuro.
A nadie se le escapa que el Pontífice ha enviado un mensaje claro con su ascenso meteórico.
No lo sé, porque no he tenido tanta relación con el Papa como se puede pensar. Si me conoce ha sido a través de lo que he hecho, del trabajo en la archidiócesis de Madrid o en la Conferencia Episcopal; no he hecho nada más. Pero más que enviar un mensaje, lo que necesita es implementar las líneas de las que hablábamos. Él controla el tiempo y quiere en cada momento que se ejecuten cambios, y para ello escoge a gente que pueda en ese momento ir realizándolos. Si hablamos de un mensaje, es que está cambiando equipos y no solo en España. Ha nombrado otros cardenales con una edad parecida a la mía. Quiere que todo lo que hemos ido aprendiendo se realice en líneas pastorales concretas, en personas concretas, en episcopados concretos.
¿Cómo ha recibido la archidiócesis de Madrid este ascenso?
Estamos todos como diciendo: «¿Más?». Para Madrid es difícil, porque supone en muy poco tiempo organizar la tarea del obispo de forma muy diversa. Hubiera preferido primero asentarme, planificar la diócesis, hacerme a las tareas de la CEE y luego ya la Iglesia universal, pero ha venido todo en el pack. Es complicado hacer calendarios, organizarse la cabeza en cuanto a preocupaciones, pero también es una oportunidad, porque todo se organiza con una visión muy global. Cuando tenga que ir a Roma, la mirada de Roma la tengo que traer a Madrid y viceversa. Así las miradas se hacen más grandes. Y eso también puede ser una oportunidad en cuanto a la organización de equipos y la delegación de muchas responsabilidades, algo bueno sobre todo en esta etapa sinodal.
En España hay resistencias, o al menos son ruidosas, a esas líneas que el Papa quiere implementar en España a través de usted.
Más que resistencia lo que hay es una edad y una generación, una manera de hacer las cosas que estaba establecida. Como en otros momentos históricos de la vida de la Iglesia española, ahora viene un tiempo en el que hay que escuchar mucho las líneas del papado, la clave sinodal. Y esto no quiere decir que venga uno y se imponga, porque si no, repetiríamos el esquema. La llamada del Papa es a que, si hay cambios, incorporen el estilo sinodal.
Hablando del Sínodo. En un reportaje que hicimos en este semanario, no poca gente decía que «eso son cosas del Papa». ¿Hemos fallado en la aplicación en nuestro país?
Este movimiento que ha hecho el Papa es provocativo y profundo. El Sínodo se entendía como algo de los obispos y Francisco lo ha preparado para desmontar esa concepción. Y aunque sea un Sínodo donde hay obispos, nunca están descabezados, siempre están con el pueblo de Dios, porque no puede haber obispo sin pueblo. Lo que sucede es que, aunque se haya implementado, todavía tenemos el esquema anterior, tanto muchos obispos como el propio pueblo. El Papa ha hecho una primera siembra y, quien ha querido, ha escuchado. En algunos lugares ha habido respuestas preciosas, pero no ha sido mayoritario, es verdad. Ahora nos queda la siguiente fase: la celebración. Nos tendremos que empeñar comunicativamente y desde la experiencia orante, porque el Papa lo ha dicho muy claro: no se va a entender solo por buena comunicación, sino por buena oración. Nos estamos jugando también la forma de escuchar a Dios en la Iglesia.
Han pasado 60 años desde el Concilio. Si todavía no ha calado…
Bueno, el Sínodo es un instrumento que se pensó en el Concilio para que calase y está cumpliendo su función, pero la permeabilidad del pueblo de Dios y de los obispos y sacerdotes es más lenta y no va al ritmo que queremos. Pero este puede ser un momento importante desde el seguimiento a lo que se haga en el Sínodo y la recogida de después. El Papa me deslumbra, es un hombre que confía en el Espíritu. Los tiempos los va a marcar el Espíritu y nuestra capacidad de escucharle.
Estamos a punto de conocer el informe del despacho de Cremades & Calvo-Sotelo sobre abusos sexuales en la Iglesia. ¿Qué espera de él?
Estas cosas sirven. Que haya una institución que no somos nosotros que venga y te diga lo que tienes es bueno, porque no estábamos acostumbrados. No creo que aporte grandes novedades, porque todos sabemos lo que tenemos, las dificultades… pero hay otra realidad, que es la que más me preocupa, que es que por muchos informes que se hagan, los procesos de las víctimas son distintos a nuestros procesos y a nuestros informes. Las víctimas tienen un sufrimiento que no debe pasar por ser un número. El día que nos empeñemos en acompañar las narraciones, entonces sabremos el verdadero alcance.
Abríamos con su perfil de futuro Papa. Y clausuramos con su perfil de obispo para España porque, como nuevo miembro del Dicasterio para los Obispos, tendrá que participar activamente en las elecciones.
Necesitamos obispos que entendamos que hay una nueva situación de evangelización, que la misión exige dar respuestas más globales. Necesitamos obispos que creamos en la misión como tarea prioritaria, no en el mantenimiento. Y obispos que asimilemos plenamente el Sínodo y las actitudes sinodales. Que sepamos caminar con nuestros equipos, promocionar al laicado. Cada país tiene sus peculiaridades y España tiene una muy concreta: que todavía mantiene un cierto humus religioso y una búsqueda muy interesante que habría que aprovechar. Es un país preparado para un redespertar religioso por tantos anhelos de la gente y por los elementos que tenemos, como la religiosidad popular de la calle o la fraternidad. Nos gusta estar juntos y esto es un cauce de diálogo que otros países ya van perdiendo.