En busca del significado de la sinodalidad - Alfa y Omega

En busca del significado de la sinodalidad

El próximo 4 de octubre comienza en Roma la asamblea general del Sínodo. Pero, ¿ha calado el mensaje en España? ¿Sabemos qué es la sinodalidad?

Álvaro Real Arévalo
Parroquia de San Francisco Javier
Parroquia de San Francisco Javier, con su nueva disposición de los bancos. Foto: Consuelo Sánchez.

—«Me suena mucho, pero ahora mismo no lo sé», afirma un poco avergonzado Santiago.

—«Quién va a saber eso…» [dice de fondo un curioso que quiso acercarse para ver qué pasaba].

Santiago acaba de salir del despacho parroquial de la iglesia de San Manuel y San Benito, en Madrid. Apenas diez minutos antes estaba junto a su futura esposa y un joven religioso agustino, Ever, revisando los últimos preparativos de su boda. Alfa y Omega les pregunta si saben qué es la sinodalidad. Santiago contesta como puede, pero Ever sale rápido al paso: «Para mí es encontrarme con el pueblo de Dios, es tener empatía en la Iglesia». «La sinodalidad no es un programa, eres tú», añade, y ofrece con su testimonio un ejemplo de Iglesia abierta, de Iglesia de la escucha y de Iglesia de la cercanía, Iglesia de la que el Papa Francisco habló en su reflexión al inicio del proceso sinodal, en octubre de 2021.

Al preguntar —de manera confidencial, porque nadie quiere dar su nombre a la hora de contestar a esta cuestión— a diversos feligreses de parroquias de toda España, la respuesta es más o menos parecida a la que ofrece Santiago: «Eso es algo del Papa» o «tiene que ver con el Sínodo», pero difícilmente dan una respuesta concreta. «Nuestro cura está en sus cosas», se excusan.

«Ahora es habitual pedir la opinión a los diversos grupos en la parroquia acerca de los pasos e inciativas que vamos a tomar»
Javier Valdivieso
Sacerdote

Patricia Navas, feligresa de Seo de Urgel, explica a Alfa y Omega el trabajo realizado en su parroquia: «Se presentó el Sínodo en una charla y se pasaron unas preguntas para comentar o responder en grupos»; se hicieron seis grupos parroquiales y añade que ella, personalmente, también realizó un intercambio con la Comunidad del Cordero.

«Si me preguntas si los feligreses saben lo que es el Sínodo universal, creo que poco», afirma a este semanario Francisco Javier Valdivieso, párroco de Santa María, en la burgalesa Aranda de Duero, que ofrece las luces y las sombras del proceso. En su parroquia han hablado del Sínodo, lo han comentado en alguna homilía y en las peticiones. Incluso hay una pancarta en el templo recordando que aún se está en proceso sinodal. Se formaron dos grupos de discusión en su parroquia, aunque «pasado el tiempo se perdió el hilo, la tensión. Los pocos que asistieron a la fase final en Burgos no acertaron a reactivar la ilusión inicial». Valdivieso hace autocrítica: «Los sacerdotes hemos comunicado poco la etapa continental a los fieles». No obstante, ve cosas positivas: «Ahora es habitual pedir la opinión a los diversos grupos en la parroquia acerca de los pasos e iniciativas a tomar». Aunque todavía están los feligreses que le dicen: «Lo que usted diga, señor cura» o «como siempre se ha hecho está bien». En este contexto, en el que falta renovar la ilusión y completar la formación, y a las puertas de la asamblea general de octubre en Roma, la cátedra de Misionología de la Conferencia Episcopal Española ha organizado este sábado, 16 de septiembre, en la residencia Nebrija de Madrid, una jornada titulada: Misión: el camino de la sinodalidad, con el objetivo de seguir profundizando en la comunión, la participación y la misión.

Parroquia de San Francisco Javier
La iglesia construida en sus paredes con las respuestas recogidas. Foto: Consuelo Sánchez.

Estas tres claves bien las conoce Consuelo Sánchez, coordinadora de grupos sinodales de las parroquias de San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola, en Madrid, que explica a Alfa y Omega su labor. Organizaron grupos de reflexión para los más cercanos y, a aquellos que aparecen solo los domingos, se les dio un bolígrafo y una cuartilla con dos preguntas. Las respuestas se ponían en las paredes: «Para que vieran que todos somos iguales y todos tenemos la misma importancia», explica Sánchez. Realizaron encuestas con las personas que no acudían a la parroquia y se hizo un trabajo con los colectivos que se podrían sentir rechazados por la Iglesia (divorciados y LGTBI, entre otros). «No te puedes imaginar cómo lloraban algunas de estas personas». Además, se tomaron algunas medidas: «Cambiamos los bancos del templo para ponerlos en forma hexagonal y bajamos el altar del presbiterio a la base», relata. «Así la gente participa más en la liturgia». Pero como ha ocurrido en no pocas parroquias, se ha perdido el ímpetu y ahora están a la espera de las conclusiones que puedan llegar desde Roma.

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