El sacerdote Joan Alsina, asesinado por la dictadura de Pinochet, murió perdonando

El sacerdote Joan Alsina, asesinado por la dictadura de Pinochet, murió perdonando

«No me vendes los ojos para que pueda perdonarte» le diría el misionero español a uno de sus verdugos

Álvaro Real Arévalo
Joan Alsina, en una finca cercana a Santiago (Chile) en 1973. Foto: ABC.

La diócesis de Gerona recordará este sábado, en la Iglesia de Medinyà, el 50 aniversario del asesinato del sacerdote misionero Joan Alsina Hurtos en Chile. El misionero, nacido en Castelló d’Empuries (Gerona), fue uno de los tres españoles asesinados por la dictadura de Pinochet.

Alsina tenía 31 años en el momento de su asesinato. Realizó sus estudios en el Seminario de Gerona y en el Seminario Hispano Americano de Madrid para las misiones. En enero de 1968 marchó a Chile, donde ejercía una doble labor: era cura de la parroquia de San Ignacio y trabajaba en el Hospital San Juan de Dios.

Allí viviría el golpe de Estado de Pinochet. Horas después de producirse el golpe —el 11 de septiembre de 1973—, el sacerdote misionero español pidió a sus amigos de su iglesia que si lo detenían no hicieran nada por él, porque «quería compartir la suerte de los trabajadores».

Se presentó, como todos los días, a su trabajo en el Hospital de San Juan de Dios y allí fue detenido. Desde OMPRESS relatan cómo fueron las últimas horas del misionero: «Fue golpeado, torturado y dejado inconsciente. Después, fue trasladado al Internado Nacional Barros Arana, y más tarde al Puente Bulnes, que cruza el río Mapocho, en la zona norponiente de la capital chilena, donde fue fusilado por orden de López Almarza con siete disparos».

Antes de ser asesinado el sacerdote le dijo a su verdugo, el recluta Nelson Bañados: «Por favor, no me vendes los ojos, dispárame de frente para que pueda verte y perdonarte». El soldado, más tarde, se suicidó atormentado por haber cometido este crimen.

En el libro El testimonio de Salvador Allende y Joan Alsina, editado por la Agenda Latinoamericana, Justicia y Paz Gerona y el Fórum Joan Alsina se ofrece un testimonio que ejemplifica su compromiso por lo social: «Yo ya no soy simplemente el cura, ese hombre que los escucha y aconseja; soy el hombre que lucha junto a ellos. Si ellos tiene un sindicato, yo también; si están en un comité de trabajo, yo también; si tras la jornada laboral mantienen reuniones, yo también; si son explotados, yo también; si ellos cobran un suelo bajo, yo lo cobro todavía más bajo».