Jesús Fernández toma posesión como obispo de Córdoba: «el Evangelio es una herramienta social»
En su primera homilía como obispo de Córdoba, Fernández ha pedido trabajar «a favor de derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno o a la vivienda»
La Santa Iglesia Catedral de Córdoba ha acogido en la mañana de este sábado la toma de posesión de Jesús Fernández González como nuevo obispo de la diócesis. Ha sido una emotiva ceremonia a la que han acudido una treintena de obispos de otras diócesis españolas, su antecesor, Demetrio Fernández, así como diversos representantes institucionales y Roman Walczak en calidad de representante de la Nunciatura Apostólica. Además, el nuevo obispo ha estado arropado por el clero diocesano, tanto de Córdoba como de Astorga, ciudad de la que proviene, junto a más de tres mil asistentes.
Antes de la celebración eucarística, el obispo electo ha partido desde el seminario San Pelagio hasta la catedral en una comitiva encabezada por el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ya que Córdoba pertenece a su provincia eclesiástica. Al llegar a la Puerta del Perdón del templo catedralicio, Fernández ha sido recibido por el Colegio de Consultores y el Cabildo. De esta manera, Saiz ha presentado al nuevo obispo, quien ha hecho en este momento el juramento de fidelidad al Santo Padre y a la Iglesia.
Tras este acto solemne, la procesión ha avanzado hasta la Capilla de la Inmaculada, ya dentro de la catedral, donde el nuevo obispo ha permanecido de rodillas en adoración al Santísimo, antes de dirigirse a la sacristía para su revestimiento y preparación para la Eucaristía.
«Me propongo ser servidor de todos», ha asegurado Fernández en su homilía, quien también ha recordado el contexto jubilar en el que se desarrolla este acontecimiento y ha recordado la propuesta de esperanza ante un mundo cada vez más secularizado. «Una cultura aficionada a ocultar a Dios y a concebir al hombre como un ser autosuficiente que termina encadenado, una cultura propensa a destacar la llamada como una inclinación natural y una respuesta libre de hipotecas, tiende naturalmente a ocultar la vocación originaria y auténtica», ha señalado.

En este contexto, el nuevo obispo ha destacado las grandes virtudes de la Iglesia sinodal: la humildad, «propia de los seguidores de Jesús»; la dulzura, especialmente «en un mundo en que la violencia se manifiesta sin rubor en las relaciones interpersonales y entre países»; y la magnanimidad de Dios, «que siempre nos da nuevas oportunidades».
«Que no nos contamine la soberbia ni la arrogancia, vicios por los que el ser humano pretende ser como Dios, pero sin Dios. Al mismo tiempo, entrenémonos aceptando los ministerios humildes, los servicios aparentemente irrelevantes, las pequeñas humillaciones; convirtamos todo esto en un momento de gracia».
Ante los fieles, Fernández ha revelado su intención de «ser todo para todos, expropiado de mí mismo», aceptando la «colaboración inmediata y entregada» de los sacerdotes, «sin los que el obispo nada será y nada podrá». Tampoco ha olvidado durante sus palabras los laicos, consagrados, el resto de fieles, «llamados a edificar la Iglesia y mejorar el mundo».
Recogiendo las palabras del Papa León XIV, el nuevo obispo de Córdoba ha puesto en valor la importancia de la Iglesia misionera, afirmando que «no vale permanecer encerrados entre las cuatro paredes del templo» sino que, al igual que los discípulos, «nosotros estamos llamados también a hacer resonar la Buena Noticia en todos los rincones de la tierra».
Además, ha recordado que el Evangelio «no es solamente un manual para alimentar y guiar la vida espiritual de cada persona y la piedad popular, sino también una herramienta social». Por eso, en esta Eucaristía, Fernández ha solicitado explícitamente «un compromiso decidido a favor de la justicia, la paz y la promoción humana». «Trabajad a favor de derechos humanos básicos como el derecho a la vida, al trabajo digno, a la vivienda», ha pedido.