Jesuita israelí: «Atacando a Irán Israel también está intentando desviar la atención de Gaza»
«Ahora la amenaza del uso de armas nucleares es una pesadilla real», asegura el jesuita David Neuhaus. Señala también cómo el Gobierno israelí está utilizando «el mismo argumento» empleado para iniciar la guerra del Golfo
David Neuhaus, jesuita, fue vicario para los católicos de lengua hebrea dentro del Patriarcado latino de Jerusalén y ahora es uno de los promotores de la iniciativa ecuménica A Jerusalem Voice for Justice. En esta entrevista presenta una visión en profundidad de lo que está ocurriendo en Israel desde el inicio del conflicto con Irán, el 13 de junio.
—¿Se ha notado hasta este momento el alto el fuego propuesto por Donald Trump y aceptado por ambos países?
—Hemos estado todo el día conteniendo la respiración. El alto el fuego fue impuesto por el presidente Trump. Primero se metió de un salto en la guerra de parte de Israel. Después decidió ponerle fin. ¿Qué decidirá mañana? Muchos aquí en Israel y Palestina respiran aliviados. Quizá podamos dormir toda la noche sin sirenas ni explosiones. Estoy seguro de que en Irán están aliviados también. Alivio para todos excepto para los gazatíes. Allí continúan el hambre y los homicidios. Hoy han matado a tiros a decenas más.
Una frase que salió de la boca del presidente Trump en la rueda de prensa de hoy fue una revelación. Expresando su enfado por las represalias de Israel después de que se anunciara el alto el fuego, dijo que «¡ninguno de los bandos sabían qué estaban haciendo!», añadiendo una obscenidad entre medias. Dijo que era porque llevaban haciéndose la guerra demasiado tiempo. Recemos para que esta palabra verdadera se aplique a la guerra entre israelíes y palestinos con la misma eficacia. Que Trump esté perdiendo la paciencia con el Gobierno de Netanyahu allana el camino para terminar con los meses de guerra de Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza y más allá. Incluso podría allanar el camino hacia adelante, más allá de la tragedia que ha tenido lugar aquí durante décadas.
—¿Cómo han sido estos días en Jerusalén?
—Hemos vivido días y noches aterradores. Muchas noches se interrumpen por el aullido de las sirenas, alertando de ataques de misiles. Sin embargo, la situación en Jerusalén hasta ahora es mejor que en otros lugares porque Irán no ha enviado misiles aquí. ¿Nos protegen los lugares santos de la ciudad? Estos lugares santos, cristianos, musulmanes y judíos, no parecen estar bajo una amenaza inmediata. Los israelíes han bloqueado la Ciudad Vieja y han ordenado que los santos lugares cierren, lo que es una fuente de enorme frustración para las personas que intentan rezar allí. No se ha evacuado a gente de la ciudad. Como israelíes y palestinos, desgraciadamente estamos habituados a la guerra; aunque ahora la amenaza del uso de armas nucleares es una pesadilla real.
—¿Y en el resto de Tierra Santa?
—Ha habido ataques con misiles. La mayoría han sido derribados por un sistema altamente desarrollado de defensa aérea. Sin embargo, algunos han caído, ha habido muertos y heridos. Muchos están sufriendo de traumas y viven en miedo y tensión. Sin embargo otros, a pesar de ver la destrucción infligida, parecen embelesados por la emoción de la guerra. El Gobierno israelí ha presentado esta guerra como absolutamente necesaria, un golpe a Irán justo a tiempo. Según esta retórica, Irán estaba a punto de alcanzar nuevos niveles de destreza militar y de presentar una amenaza inmediata a la seguridad israelí. El mismo argumento se usó para iniciar la guerra del Golfo, que llevó al derrocamiento de Saddam Hussein en Irak. Y al final de la guerra, se reveló que esta retórica era una estrategia propagandística.
Este argumento prosigue afirmando que Israel, atacando a Irán, no solo se está defendiendo de una amenaza catastrófica sino también ayudando al mundo occidental, amenazado por un Irán empoderado nuclearmente. Asesinando a científicos iraníes, a personal militar y a líderes políticos, Israel ha sido capaz de apoyarse en redes de espías creadas a lo largo de meses y quizá años. Israel también ha mutilado buena parte del sistema de defensa aérea iraní en ataques previos. Además, está claro que Israel creía que Estados Unidos se uniría a ella para asegurar que Irán retroceda militar y económicamente, si no incluso se vea arrojado a una tormenta política que lleve a un cambio de régimen.
El ataque israelí, sin embargo, sirve también a otro propósito. Después de 21 meses de campaña militar en Gaza que se ha vuelto cada vez más brutal, Israel está intentando desviar la atención de la Franja a Irán. La comunidad internacional se había vuelto cada vez más ruidosa en sus críticas a las acciones israelíes en Gaza, incapaz de ignorar los crímenes de guerra que se cometían. La última ronda de violencia desde marzo ha llevado a la muerte de decenas de personas cada día, dejando a cientos heridas. Sin embargo, la estrategia ha cambiado llevando a una devastación aún mayor ya que la población civil se ve forzada a entrar en estrechos corredores donde tanto el hambre como la limitada distribución de ayuda se convierten en armas.
Bajo un completo control israelí, la llamada ayuda humanitaria es una nueva forma de intentar imponer el control, despoblando amplias áreas de la Franja. El inicio de la guerra con Irán desvía la atención de Gaza así como de las continuas operaciones israelíes en Cisjordania, donde la ofensiva continúa sin cesar. La guerra con Irán ha aumentado la popularidad de Netanyahu dentro de Israel y ha silenciado las voces de aquellos líderes occidentales entre sus aliados que habían empezado a criticarle.
—¿Se ha visto afectada la vida de la Iglesia?
—Todo en la sociedad civil ha quedado en suspenso, reprogramado o pospuesto a la luz de las restricciones. Los colegios permanecen cerrados, las reuniones limitadas, los lugares de trabajo seriamente afectados. Sin embargo, la Iglesia intenta mantener su vida de oración y celebración. El Corpus Christi se celebró en el Santo Sepulcro el jueves con una asamblea restringida y menos pompa que habitualmente. Las ordenaciones sacerdotales y diaconales programadas para esta época del año siguen adelante pero en formato limitado. Otros programas se han cancelado o pospuesto.
—¿Cómo está respondiendo la Iglesia a este nuevo conflicto?
—Tiene muy poca capacidad de responder. Una forma importante de hacerlo es alzar la voz, intentar hablar de sentido común ante la locura, decirle la verdad al poder, hablar bien frente al mal. Los líderes eclesiales están intentando hacer que sus voces se escuchen por encima del estruendo de la guerra, recordando a la gente que la guerra, como el Papa Francisco repetía siempre, «es una derrota para todos».
El cardenal Dominique Mathieu, arzobispo de Teherán, observó que «observamos con tristeza que una vez más la paz se busca a través de ataques preventivos en vez de comprometiéndose al diálogo en torno a la mesa de negociación».
El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, en su homilía de Corpus Christi dijo que «en este tiempo de conflicto y guerra, la respuesta de Jesús a los discípulos es una llamada a que nuestra comunidad eclesial traduzca a la vida lo que celebramos en la Eucaristía. Significa que sabemos cómo entregarnos, que tenemos solidaridad unos con otros, que a pesar de todo seguimos construyendo relaciones, abriendo horizontes, dando confianza, teniendo el valor de ser inclusivos, esto es, de acoger al otro cuando todo apunta a lo contrario».
Los líderes eclesiales recuerdan al mundo que quienes sufren el belicismo de los líderes políticos son los inocentes de todos los bandos. Las bombas que llueven sobre Haifa y Beer Sheba, sobre Teherán e Isfahán, están destruyendo las vidas de personas que merecen algo mejor. ¡Y por encima de todo, mejores líderes! El Papa León recordó al mundo que el diálogo es el camino real para superar el conflicto: «En un momento tan delicado, deseo renovar con firmeza un llamamiento a la responsabilidad y la razón. Nuestro compromiso con construir un mundo más seguro libre de la amenaza nuclear debe ser perseguido por medio de encuentros respetuosos y un diálogo sincero».
Sin embargo, la Iglesia se tambalea por las hostilidades que siguen en Gaza y en toda Cisjordania. Los intentos de llevar ayuda a la Franja continúan. Los cientos de cristianos de Gaza ciudad dependen totalmente de la Iglesia y sus provisiones menguan puesto que Israel bloquea la posibilidad de distribuir ayuda. Esta ayuda es por los cristianos y sus vecinos, los musulmanes que tenazmente se aferran a lo que queda de su refugio en las proximidades del templo.
Con todo, la Iglesia también intenta acudir en ayuda de los cristianos de Cisjordania, muchos de los cuales han perdido su trabajo como resultado de esta situación desastrosa. Muchos cristianos trabajan con peregrinos y turistas que han dejado de venir. A muchos empleados se les impide la entrada a Israel para trabajar. Hay familias cristianas en Belén y Ramala que ya no son capaces de mantener a sus hijos.
—Usted forma parte del grupo ecuménico A Jerusalem Voice for Justice. ¿Se van a implicar en estos renovados esfuerzos de la Iglesia por la paz?
—Nuestro grupo, que constituye un testimonio ecuménico por la igualdad y una paz justa en Palestina e Israel, está comprometido a observar cuidadosamente lo que pasa y a intentar ofrecer un lenguaje y una visión para nuestros hermanos, cristianos y todos los demás. Esta visión puede, esperemos, inspirar acciones que nos lleven más allá de la miseria y la tragedia del presente. Ahora mismo, nos preocupa mucho que la gente de Gaza sea olvidada y abandonada ante la insidiosa exterminación a la que se enfrentan. Sabemos que mucha gente de buena voluntad en todo el mundo está despertando a la verdadera naturaleza de lo que ha pasado en Palestina e Israel desde hace décadas y les pedimos que no se cansen.
Seguimos convencidos de que una de las cuestiones más críticas en el núcleo de la inestabilidad en Oriente Medio es la palestina. Durante décadas, desde 1948 y antes, las olas de la guerra, la revolución y la violencia tienen como uno de sus puntos más importantes de origen el desplazamiento del pueblo palestino y el resentimiento que esta injusticia encendió en la región. Más aún, creemos que cuando la lucha por la igualdad y la justicia dé fruto, judíos, musulmanes y cristianos; palestinos e israelíes, serán capaces de convivir y amanecerá realmente una era de paz.